miércoles, 20 de abril de 2011

CENIZAS


“Hay peores cosas que quemar libros, una de ellas es no leerlos”
Ray Bradbury

Hola amigos!

Hace unos días celebramos la reunión del mes de Abril donde debatimos acerca de las impresiones que nos dejó la lectura de la excelente novela de Ray Bradbury "Fahrenheit 451", las conclusiones acerca de la obra fueron bastante unánimes y aunque en lo referente al estilo literario hubo variedad de opiniones (dentro de un arco positivo), todos coincidimos en la profundidad de los temas abordados y la importancia  que tiene la literatura en la educación del alma, como también para, en palabras de  Arturo Pérez-Reverte  "establecer una comunión estrecha con algo que educa tu espíritu, que te hace mejor y consciente de ti mismo. Que aporta lucidez, multiplica vidas, consuela del dolor, la soledad y el desamparo, aclara la compleja y turbia condición humana."

Reconozco que esta historia me ha dejado una  profunda huella...
 
Permitidme que divague un poco.....y divagando comparta un pensamiento con vosotros....

...de alguna manera, siento que la lectura de esta novela refuerza el compromiso no escrito que adquirimos hace mucho tiempo ya, casi en una vida anterior, con esos tomos gastados que prometían viajes y aventuras sin fin entre sus páginas, un voto de confianza a la curiosidad insaciable, que proviene probablemente de nuestra primera niñez, cuando debido a alguna curiosa serendipia el veneno de la literatura inundó nuestro espíritu y desde entonces no ha existido manera de encontrar una cura para dejar de soñar.
Sigamos soñando pues, pero juntos.
Y sigamos compartiendo nuestros sueños con amistad y concordia, el viaje continua y la isla de Itaca aún aparece brumosa en la lejanía, pero me siento muy afortunado por poder compartir este viaje con vosotros, no desfallezcáis, nos queda mucho que navegar, juntos.


 Bien, retomando a Pérez-Reverte, casi para finalizar la tertulia, nuestra querida Beatriz nos leyó un extracto de un articulo duro y emocionante titulado "Asesinos de libros" que aquí os dejo en su versión integra:


Asesinos de libros


Ver matar a un hombre, escuchar los gritos de una mujer violada o ver cómo arde una biblioteca son tres experiencias dudosamente recomendables. De todas ellas ostento el dudoso honor de haber sido testigo. Mencionadas aquí, en frío, tan bárbaras actividades parecen propias, en exclusiva, de escenarios brutales y distantes. Ya saben, tipos barbudos y sanguinarios. Y, sin embargo, todas pertenecen a la historia de la Humanidad hasta el punto de que a menudo se dan juntas en el mismo tiempo y lugar, a modo de manifestaciones de un horror idéntico y común: el que late en la condición humana.

Dejaré el tiro en la nuca y las mujeres que gritan para otra ocasión. A fin de cuentas, los libros que arden son síntoma de lo mismo, y arrancan del impulso infame que pinta la angustia indeleble en los ojos de una mujer o siembra los maizales de hombres con la garganta abierta y las manos atadas a la espalda. Todo es el mismo horror. Todo es la misma guerra.

Hace unos meses vi arder una biblioteca. Ardió durante toda una noche y una mañana, con los papeles y libros como pavesas, volando entre las paredes en llamas en todas direcciones, cayendo sobre la ciudad convertidos en cenizas. La ciudad se llama -todavía- Sarajevo.

Para nuestra vergüenza, los siglos de la Humanidad están oscurecidos -valga el dudoso retruécano- por las llamas de bibliotecas que arden: Alejandría, Constantinopla, Córdoba, Cluny, Heidelberg, Zaragoza, Estrasburgo. Uno conocía todo eso por las lecturas, por la historia. Muchas veces había imaginado a los soldados con antorchas, las llamas iluminando los estantes, las piras de libros ardiendo. Pero jamás, hasta Sarajevo, pude imaginar qué impotencia, qué desolación puede sentir un ser humano ante el espectáculo de la destrucción de la memoria de su raza. Destrucción siempre absurda, infame. Irracional. Tengo la imagen grabada, imborrable. Esta vez no fueron soldados con antorchas, sino modernos prodigios de la tecnología. Artefactos diseñados por ingenieros competentes, de esos que tras delinear planos y bocetos se van a casa donde les espera su Maripuri con la cena, satisfechos por haberse ganado el jornal. Aquella noche, en Sarajevo, los cañones no apuntaban a la carne humana sino a la materia que conforma su alma y su inteligencia. Ya durante la anterior campaña de Croacia -¿recuerdan una ciudad llamada Bukovar?-pude comprobar que en el conflicto de los Balcanes las primeras bombas serbias siempre eran para la iglesia, los archivos, el museo de turno. Y Sarajevo no podía ser la excepción.

Manual de instrucciones de uso: primero, desde las colinas cercanas, cañonéense los tejados de la biblioteca. Mejor si es un edificio magnífico, triangular, con atrio en forma de octógono rodeado de columnas de mármol. Después, mientras el fuego prende en los cientos de miles de libros, en las colecciones enteras de publicaciones, manuscritos y ediciones únicas, dispárese con morteros y francotiradores contra los equipos de rescate. Después déjese quemar en su propio fuego hasta que todo arda. Como ven, está tirado de puro fácil. Al alcance de cualquier hijo de puta.

Equipos de rescate. Eso suena organizado, eficiente. En realidad eran los vecinos del viejo Sarajevo, los infelices muertos de hambre, flacos y agotados, que salían de sus casas, desafiando el fuego, intentando salvar los restos de su biblioteca... Corrían bajo las balas y las bombas, entrando en el edificio y saliendo con manuscritos y libros en brazos. Los filmamos llorando sobre páginas hechas cenizas, inútiles y patéticos en su esfuerzo. No había agua con que apagar las llamas. Y todo ardió hasta los cimientos. Como ardió también el Instituto Oriental, con mil años de trabajo caligráfico reunidos desde Samarcanda hasta Córdoba, desde El Cairo hasta Sarajevo. Ediciones únicas de incalculable valor. El esfuerzo, la vida de miles de hombres que dejaron en ellos sus pestañas, su inteligencia, sus sueños. Todo fue borrado en una sola noche, y ya no existe. Ya nadie podrá volver a leerlo nunca. Jamás.

Déjenme contarles un secreto. Cuando un libro arde, cuando un libro es destruido, cuando un libro muere, hay algo de nosotros mismos que se mutila irremediablemente, siendo sustituido por una laguna oscura, por una mancha de sombra que acrecienta la noche que, desde hace siglos, el hombre se esfuerza por mantener a raya. Cuando un libro arde mueren todas las vidas que lo hicieron posible, todas las vidas en él contenidas y todas las vidas a las que ese libro hubiera podido dar, en el futuro, calor y conocimientos, inteligencia, goce y esperanza. Destruir un libro es, literalmente, asesinar el alma del hombre. Lo que a veces es incluso más grave, más ruin, que asesinar el cuerpo.

Hay homicidios conscientes, voluntarios, ejecutados con plena conciencia. Crímenes que pueden resultar, tal vez, explicables o discutibles en un momento de pasión, de ignorancia, de ira, de patriotismo, de odio, de celos, de utopía. Pero rara vez la muerte de un libro, la destrucción de una biblioteca, puede beneficiarse de atenuante o explicación alguna. Por el contrario, éste suele ser un acto voluntario, consciente y cruel, cargado de simbolismo y maldad. Ningún asesinato de libros es casual. Ningún asesino de libros es inocente.

4 de julio de 1993

Extraído de : PÉREZ-REVERTE, Arturo. Patente de corso (1993-1998). Madrid: Suma de letras, 2001. Pág 50-53


Patente de Corso es uno de los libros que reúnen los artículos que semanalmente Arturo Pérez-Reverte publica en el dominical XL Semanal, si os podéis hacer con el os lo recomiendo fervientemente, también podéis leerlo semana a semana en la pagina de la revista, pinchado aquí.
Tiene varios mas editados donde recoge los articulos de varias epocas distintas, como "No me cogereis vivo", "Cuando eramos honrados mercenarios" o "Con ánimo de ofender". En estos artículos aborda multitud de temas, siempre son interesantes y valientes, aunque a menudo vuelve de manera recurrente a hablar sobre su amor a la literatura y a los libros como objeto mágico, son estos los que a mi mas me emocionan y los que me gustaría ir publicando aquí para compartirlos con todos, así que habilitaremos una nueva sección en nuestra biblioteca donde poder   resguardarlos del fuego!

Hasta la próxima.

Un abrazo a tod@s!

PD - Los que todavía no lo hayáis hecho, podéis dejar vuestro voto para la novela en los comentarios. Gracias por participar!

 “Lee y conducirás, no leas y serás conducido”
Santa Teresa de Jesús

“Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres”
Heinrich Heine

3 comentarios:

  1. David sigamos soñando juntos y GRACIAS A TODOS por compartirlos.
    Llegar allí es nuestro destino mas no apresuremos nuestro viaje para que dure muchos años, vosotros sois las hermosas mercancías, que me están enriqueciendo en nuestro camino hacia Itaca.
    María

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  2. Yo personalmente le debo a Perez Reverte mi afición a la lectura aunque hoy no seamos tan afines. Cuando la adolescencia me empujo al abismo del rechazo de las imposiciones, alguien me dijo, ¿no quieres leer? ¿Te parece un rollo? Lee estos artículos, son irreverentes y malsonantes……y me gusto,se atrevía a decir Hijo Puta e imprimirlo sin remordimiento de culpa, después me dijeron….también escribe libros, ¿Por qué no pruebas? Desde entonces tengo arraigado este mal vicio que nos une.

    Sus artículos del semanal fueron la mayor aportación que nadie ha hecho por convertirme en lectora.

    Recomiendo sin duda su lectura.

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  3. Muchas gracias Lorena, siempre hay una historia interesante detrás del habito de la lectura y lo que nos llevó a adoptarlo, y suele tener que ver con encontrar una voz con la que congeniar y con la que poder identificarte, encontrar una manera de expresar lo que sientes a traves de los textos de otra persona siempre me ha parecido algo casi "mágico" y que demuestra que nos parecemos mas de lo que creemos.
    Sería un bonito ejercicio echar la vista atras e intentar recuperar el momento en que nos encontramos seducidos por primera vez por una historia, incapaces de dejarla ni siquiera al terminar.
    ¿Quien se anima a seguir...?
    Por el momento gracias Lorena por compartirlo con nosotros! Un beso.

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