viernes, 27 de enero de 2012

PATENTE DE CORSO; CORSES GÓTICOS Y CASCOS DE WALKIRIA.



Corsés góticos y cascos de walkiria.
ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 16/12/2007

No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción -copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz- cuenta historias. Tampoco me enganchó nunca la música metal. Me refiero a la que llamamos heavy o jevi aunque no siempre lo sea, pues ésta, que fue origen de aquélla, es hoy un subestilo más. Siempre recelé de los decibelios a tope, las guitarras atronadoras y las voces que exigen esfuerzo para enterarse de qué van. Las bases rítmicas, el intríngulis de los bajos y las cuerdas metaleros, escapan a mi oído poco selectivo. Salvo algunas excepciones, tales composiciones y letras me parecieron siempre ruido marginal y ganas de dar por saco, con toda esa parafernalia porculizante de Satán, churris, motos y puta sociedad. Incluidas, cuando se metían en jardines ideológicos, demagogia de extrema izquierda y subnormalidad profunda de extrema derecha. Etcétera.

Sin embargo, una cosa diré en mi descargo. De toda la vida me cayeron mejor esos cenutrios largando escupitajos sobre todo cristo que los triunfitos relamidos, clónicos y saltarines, tan rubios, morenos, rizados y relucientes ellos, tan chochidesnatadas ellas, con sus megapijerías, sus exclusivas de tomate y papel cuché, y toda esa chorrez envasada en plástico y al vacío. Al menos, concluí siempre, los metaleros tienen rabia y tienen huevos, y aunque a veces tengan la pinza suelta y hecha un carajal, éste suele ser de cosas, ideas, fe o cólera que les dan la brasa y los remueven, y no de cuántas plazas será el garaje de la casa que comprarán en Miami cuando triunfen y puedan decir vacuas gilipolleces en la tele como Ricky, como Paulina, como Enrique.

Pero de lo que quiero hablarles hoy es de música metal. Ocurre que en los últimos tiempos -a la vejez, viruelas- he descubierto, con sorpresa, cosas interesantes al respecto. Entre otras, que esa música se divide en innumerables parcelas donde hay de todo: absurda bazofia analfabeta y composiciones dignas de estudio y de respeto. Aunque parezca extraño y contradictorio, la palabra cultura no es ajena a una parte de ese mundo. Si uno acerca la oreja entre la maraña de voces confusas y guitarras atronadoras, a veces se tropieza con letras que abundan en referencias literarias, históricas, mitológicas y cinematográficas. Confieso que acabo de descubrir, asombrado, entre ese caos al que llamamos música metal, a grupos que han visto buen cine y leído buenos libros con pasión desaforada. Ha sido un ejercicio apasionante rastrear, entre estruendo de decibelios y voces a menudo desgarradas y confusas, historias que van de las Térmópilas a Sarajevo o Bagdad, incluyendo las Cruzadas, la conquista de América o Lepanto. Como es el caso, verbigracia, de Iron Maiden y su Alexander the Great. La mitología -Virgin Steele, por ejemplo, y su incursión en el mundo griego y precristiano- es otro punto fuerte metalero: Mesopotamia, Egipto, La Ilíada y La Odisea, el mundo romano o el ciclo artúrico. Ahí, los grupos escandinavos y anglosajones que cantan en inglés copan la vanguardia desde hace tiempo; pero es de justicia reconocer una sólida aportación española, con grupos que manejan eficazmente la fértil mitología de su tierra: Asturias, País Vasco, Cataluña o Galicia. Tampoco el cine es ajeno al asunto; las películas épicas, de terror o de ciencia ficción, La guerra de las galaxias,Blade RunnerDune, las antiguas cintas de serie B, afloran por todas partes en las letras metaleras. Lo mismo ocurre con la literatura, desde El señor de los anillos hasta La isla del tesoro o El cantar del Cid. Todo es posible, al cabo, en una música donde el Grupo Magma canta en el idioma oficial del planeta Kobaia -que sólo ellos entienden, los jodíos- mientras otros lo hacen en las lenguas de la Tierra Media. Donde Mago de Oz alude -La cruz de Santiago- al capitán Alatriste y Avalanch a Don Pelayo. Donde los segovianos de Lujuria lo mismo ironizan sobre la hipocresía de la Iglesia católica en cuestiones sexuales que largan letras porno sobre Mozart y Salieri o relatan, épicos, la revuelta comunera de Castilla. Y es que no se trata sólo de estrambóticos macarras, de rapados marginales y suburbanos, de pavas que cantan ópera chunga con corsé gótico y casco de walkiria. Ahora sé -lamento no haberlo sabido antes- que la música metal es también un mundo rico y fascinante, camino inesperado por el que muchos jóvenes españoles se arriman hoy a la cultura que tanto imbécil oficial les niega. El grupo riojano Tierra santa es un ejemplo obvio: su balada sobre el poema La canción del Pirata consiguió lo que treinta años de reformas presuntamente educativas no han conseguido en este país de ministros basura. Que, en sus conciertos, miles de jóvenes reciten a voz en grito a Espronceda, sin saltarse una coma.


jueves, 26 de enero de 2012

EL REGRESO DE SHERLOCK HOLMES, OBRAS COMPLETAS.

Ni Drácula, ni Frankenstein  ni siquiera el mismo Jesucristo. Ningún personaje real o de ficción ha sido llevado al cine en tantas ocasiones como Sherlock Holmes (más de 260), el detective más popular de la historia. Aprovechando como excusa el lanzamiento de la maravillosa edición de las obras completas anotadas de Sherlock Holmes por la editorial AKAL, vamos a intentar a continuación relatar parte de la existencia del famoso detective así como la no menos intensa y emocionante vida de su autor.
(No dejéis de escuchar el audio con el fantástico "pasaje de la historia" que J.A. Cebrián le dedicó en su día a Conan Doyle y que os dejo a pie de este artículo!)

En el año 2009 se celebró el 150 aniversario del nacimiento de Sir Arthur Conan Doyle,  novelista, poeta y dramaturgo escocés de cuya pluma nació en 1887 Estudio en escarlata, la  primera aparición pública de Holmes, al que describía como un joven inquieto con un carácter demasiado científico,  que raya la sangre fría y que parece apasionarse por el conocimiento detallado y exacto. «Un calendario viviente de crímenes», según le define Stamford, el hombre que presentó a  Holmes y a su inseparable Watson, para que ambos compartieran vivienda y gastos en el 221b de Baker Street,  en el West End londinense.


Conan Doyle al que se ha de anteponer  el título de 'Sir'. Escocés y católico, fue educado por los jesuitas y estudió medicina en su ciudad natal Edimburgo en 1881. Ya en sus años de estudiante empezó a escribir historias, la primera se publicó antes de cumplir los veinte años. Se había especializado en medicina naval y abrió clínica en Portsmouth no con demasiada fortuna y volvió a escribir. Fue un deportista nato que practicó el boxeo, el rugby, el golf y fue el primer portero del equipo de fútbol de la ciudad. Al terminar los estudios se había embarcado como médico en el 'SS Mayumba'.

Se casó y enviudó por la muerte de Luisa de la que tuvo dos hijos. Un año después volvía a casarse con Jean de la que llevaba tiempo enamorado pero con la que no había mantenido ninguna relación. Tuvieron tres hijos. No era una vida fácil y se trasladó a Londres donde montó una clínica de oftalmología en la que, según propia confesión, no entró ni un paciente. Estaba claro que en la medicina no iba a encontrar una manera cómoda de vivir y se dedicó a lo que realmente era su verdadera vocación, la escritura. Como todo el mundo sabe fue el creador de Sherlock Holmes pero también del profesor Challenger, al que dedicó cinco novelas siendo "El mundo perdido" la mas conocida, diez novelas historicas y mas de 40 obras mas entre novelas y libros de relatos.

Falleció el 7 de julio de 1930, con 71 años, de un ataque al corazón, en Crowborough (Inglaterra). Una estatua suya se encuentra en esa localidad donde residió durante 23 años. 

Con el encuentro fortuito entre Watson y Holmes arranca  Estudio en escarlata, que fue también la primera de las cuatro novelas largas escritas por Conan Doyle sobre el personaje, al que dedicó además 56 relatos breves a lo largo de su vida. Todo ese legado literario, conocido como el Canon, fue revisado en un  trabajo ininterrumpido desde 1968 por el abogado norteamericano Leslie S. Klinger, que en  2004 y 2005 publicó en su lengua natal tres tomos en los que reunía en más de 2.100 páginas toda la obra original sobre el detective; 1.193 ilustraciones originales,  fotogramas y fotografías de época; y miles de anotaciones en torno a la realidad de la Inglaterra victoriana, de la que esta edición se erige como una autentica enciclopedia, en la que transcurrían los relatos y los aspectos más controvertidos del personaje.

Como se afirma en el volumen el primer detective fue el personaje bíblico de Daniel, el que resolvió el caso de Susana y los Viejos, y de Bel y el Dragón. Lo que puede parecer una broma no lo es porque se define la esencia del género, el descubrimiento de un misterio, de un acontecimiento que perturba la vida, normalmente un delito, ante el que el común de los mortales no puede hacer otra cosa que asombrarse o asustarse, o las dos cosas a la vez. De entre la mayoría surge alguien con la suficiente capacidad para resolver el caso.

El detective moderno tiene dos precedentes al menos. Edgar Allan Poe crea al detective cerebral en el personaje de Dupin con el magistral 'Asesinato de la calle Morgue' y el francés Gaboriau inventó a Lecoq, del que casi nadie se acuerda. 
Es importante señalar que el detective es un producto de la cultura urbana, de las ciudades aunque no se excluye que resuelva casos en el mundo rural pero es en la aglomeración de la metrópolis, pensemos en el París, Londres y Nueva York de aquellos finales del XIX. El detective es una de las claves de la modernidad. Holmes y Watson forman una pareja en la que los contrastes se complementan en una estructura binaria que completa el sentido de la forma, del método deductivo, cerebral de Holmes que es al mismo tiempo hombre de acción que necesita estar en permanente actividad o cae en esos momentos de depresión y soledad en los que la droga y las notas melancólicas del violín, el silencio y el mal humor lo embargan. Holmes es un científico, un médico de la sociedad, lo que su autor no pudo hacer con los cuerpos, él lo hace con los enigmas como una forma de sanar a esa sociedad. El autor crea un antagonista formidable, Moriarty, a la misma altura de Holmes en cuanto a inteligencia y sagacidad.

La fama del detective fue enorme hasta el punto que Conan Doyle se encontró preso de su creación y decidió matarlo, pese a que su madre le recomendó no hacerlo!.  La reacción del público fue de indignación y no tuvo más remedio que resucitarlo. En torno a Holmes existe toda una liturgia popular y también círculos de estudiosos, de adictos que siguen indagando en las personalidades de los protagonistas y en los hechos narrados desde todos los puntos de vista.

El primer tomo de esta impecable edición ha llegado en castellano de la mano de Akal, recopilando en más de 900 páginas y tapa dura las cuatro novelas: Estudio en escarlata (1887), El signo de los cuatro (1890), El sabueso de los Baskerville (1902) y El valle del miedo (1915), todo ello acompañado por 395 ilustraciones y un millar de jugosas anotaciones que harán las delicias de eruditos y profanos en la materia. Además, el volumen se completa con una pormenorizada tabla cronológica que desgrana la vida y la época del investigador, reflejando a lo largo de 27 páginas los principales  acontecimientos que marcaron la trayectoria de Holmes,  Watson, Conan Doyle, Inglaterra, Europa y el resto del mundo.

En la edición, Klinger sigue el juego de que Watson y Holmes existieron realmente, y que «salvo excepciones oportunamente comentadas en los libros, el doctor Watson escribió las historias sobre Sherlock Holmes, aunque amablemente permitiera que se publicasen bajo el nombre de su colega y agente literario sir Arthur Conan Doyle».

Este primer tomo de Sherlock Holmes anotado se completó en el otoño de 2010 con una nueva entrega que reune los relatos publicados en Las aventuras de Sherlock Holmes (1892) y en Memorias de Sherlock Holmes (1893), y en el otoño de 2011 vió la luz el tercer y último volumen, que ofrece las historias que vieron la luz originalmente en El regreso de Sherlock Holmes (1903), Su última reverencia.  Recuerdos de Sherlock Holmes (1917) y El archivo de Sherlock Holmes (1927).

Todo ello para conformar un auténtico tesoro para los apasionados del género detectivesco. 

LA EDICIÓN DE KLINGER

Leslie S. Klinger, miembro de los Irregulares de Baker Street (organización filantrópica de devotos de Sherlock Holmes que tuvo entre sus miembros destacados a figuras como Isaac Asimov), se consolida como uno de los mayores expertos, sino el mayor, en el universo del investigador privado. Su método de exposición, y también de trabajo, es el de considerar a Sherlock Holmes y a su fiel John H. Watson como personajes reales que vivieron a caballo entre dos épocas fundamentales: la era victoriana, en cuyo apogeo empiezan sus periplos, y el declinar del Imperio (en su última aventura, Holmes debe resolver un asunto de espionaje que se produce en el marco de la Primera Guerra Mundial). Es decir, que más que un estudio pormenorizado y literario, “serio” en palabras del propio Klinger, lo que se hace en esta ocasión es una labor biográfica. Se sigue a Holmes y a Watson en su vida rutinaria y se les sitúa en su justo contexto.
¡Y de qué manera! Klinger no es el fabulador fantasioso de William S. Baring-Gould, el “biógrafo” anterior del memorable tándem (y autor de un libro interesante, aunque controvertido, titulado "Sherlock Holmes de Baker Street", un intento de biografía ficticia que trajo Valdemar a España dentro de su colección El club Diógenes). No establece paralelismos extraños ni juicios de valor polémicos. Como buen observador, se limita a ser cronista, y a referir hechos, costumbres o hasta dichos de un tiempo histórico ya lejano.
Sorprendentes son sus incisos ornitológicos (“El sabueso de los Baskerville”) o el desenmascaramiento de personajes históricos, debidamente camuflados (“El  valle del Terror”). Por cierto, que la propensión de Conan Doyle por el camuflaje literario influyó en algún que otro pastiche, como el que Caleb Carr escribió, con particular poca fortuna, en 2005 (“El caso del secretario italiano”).

Junto con las acotaciones al uso conviven tablas cronológicas (que ponen en relación las vidas de Holmes, Watson, Conan Doyle y los acontecimientos mundiales, por ejemplo) muy sucintas y elaboradas con ilustraciones, grabados y fotografías de toda clase y condición (desde prospectos médicos hasta litografías tardo- decimonónicas). Este material enriquece enormemente el conjunto, y emparenta el producto con otras ediciones de lujo (como aquella de “El pequeño Nemo”) posteriores. Eso sí, la abundante profusión de datos dificulta en cierta manera la lectura, al tener que estar continuamente consultando notas o contemplando imágenes. Por lo tanto, se aconseja una lectura de este libro a dos niveles: capítulo a capítulo, cogiendo el texto seminal de Conan Doyle del tirón, y luego deteniéndose en cada uno de las apostillas que Klinger disemina en cada página. Sólo de esta forma se evitará que la grata y edificante lectura de esta biografía comentada se convierta en un suplicio paragonable al de “Veinte mil leguas de viaje submarino” (Julio Verne, 1869- 70).

En resumén:  los incondicionales de Holmes están de absoluta enhorabuena. A sus libros sagrados suman ya una nueva Biblia, ésta que Klinger ha redactado desde el placer y la pasión más desaforados.

Gracias a este libro, el mundo parece un lugar mejor .

Algunas curiosidades :


  • La célebre frase: "Elemental, mi querido Watson", sólo aparece en una de las historias cortas: "El Jorobado" (en "Las Memorias de Sherlock Holmes"), e incluso en algunas traducciones el "mi querido" luego del “Elemental”, tampoco aparece.


  • El sombrero de cazador de gamos, característico del detective nunca se menciona en la obra de Doyle: es un añadido del ilustrador Sidney Paget, quien además utilizó a su hermano Walter como modelo para representar el aspecto de Holmes.


  •  La pipa meerschaum, propia de la iconografía de Sherlock Holmes, no apareció hasta que fue utilizada en una dramatización de teatro hacia 1920.



  •  Cuando Doyle falleció, su residencia en Londres fue convertida en el 221B de Baker Street. El edificio pertenece a una empresa que muy amablemente contesta y conserva todas las cartas que diariamente recibe para Mr. Holmes, e incluso ha llegado a publicarlas.


  • En el transcurso de los años, se ha hecho famosa su afirmación acerca de un cuento de Robert Louis Stevenson (El Pabellón de los Links), declarando que era la cima misma de la técnica narrativa. 


  • No recibió ningún premio a lo largo de toda su carrera.


El renacimiento de Holmes de la mano del Dr. House

En esta exitosísima serie estadounidense, el personaje de Holmes, de algún modo, parece haber renacido a través del personaje del Dr. House, que es un irreverente especialista en diagnóstico médico.
House no sólo comparte con Holmes el parecido en el nombre, sino también una personalidad genial y ciertos métodos muy similares a la hora de resolver sus casos.Como un guiño a los espectadores, los guionistas alojan al Dr. House en el 221B. Su mejor amigo, Wilson, también comparte similitud en el nombre con Watson. Y finalmente, House también comparte con Holmes dos cosas: la dependencia a las drogas (House: Vicodine/Holmes: cocaina al 7%), y el hecho de que ambos tocan un instrumento (House: el piano y Holmes: el violín).

AUDIOS:
Pasaje de la Historia de Juan Antonio Cebrián extraido de La Rosa de los Vientos dedicado a la vida y obra de Sir Arthur Conan Doyle:



El programa de Punto Radio "Luces en la Oscuridad" dedicado al famoso detective:



---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
LAS EDICIONES:

SHERLOCK HOLMES ANOTADO - LAS NOVELAS

EDITORIAL  - AKAL
COLECCIÓN - GRANDES LIBROS
TRADUCTOR  -  SILVANA APPECEIX
ISBN  - 978-84-460-2542-9
DIMENSIONES -  19,5 x 25
N.° PÁGINAS   - 912
AÑO EDICIÓN -  2009
PVP  - 60,00 €

INDICE DE CONTENIDO
- Prefacio                          
- Estudio en escarlata
- El signo de los cuatro
- El sabueso de los Baskerville
- El valle del miedo
- Tabla Cronológica: La vida y la época de Sherlock Holmes                     
- Bibliografía
- Consejos para eruditos                            
- Agradecimientos

El lector tiene en sus manos el punto culminante de la publicación sobre Sherlock Holmes más importante de las últimas cuatro décadas, editada por una de las máximas autoridades sherlockianas del mundo, Leslie S. Klinger; una obra que atraerá a todos los lectores y aficionados a los grandes libros. Sus páginas contienen los cuatro «relatos largos» de Sherlock Holmes publicados entre 1887 y 1915," Estudio en escarlata", "El signo de los cuatro", "El sabueso de los Baskerville" y "El valle del miedo". Quienes no conozcan al famoso detective apreciarán la clara presentación que hace Klinger de cada una de las novelas en el orden original en que fueron publicadas, mientras que los sherlockianos experimentados quedarán cautivados por las casi 1.000 notas cuidadosamente investigadas que ofrecen amplia y precisa información histórica sobre la Inglaterra victoriana y eduardiana, además de detalladas explicaciones sobre las teorías sherlockianas más importantes. Además, Klinger ha recopilado alrededor de 400 ilustraciones contemporáneas y fotografías de época que incluyen el trabajo de los primeros ilustradores norteamericanos, el del inmerecidamente olvidado artista alemán Richard Gutschmidt y todos los legendarios dibujos de Sidney Paget para "Strand Magazine". Este volumen final de Sherlock Holmes anotado incluye una extensa bibliografía y una tabla cronológica que presenta sencillas referencias a las fechas más destacadas de las vidas de Holmes, Watson y Conan Doyle.


SHERLOCK HOLMES ANOTADO – LAS AVENTURAS. LAS MEMORIAS (RELATOS I)

EDITORIAL  - AKAL
COLECCIÓN - GRANDES LIBROS
TRADUCTOR - LUCÍA MÁRQUEZ DE LA PLATA
ISBN - 978-84-460-2544-3
DIMENSIONES -  19,5 x 25
N.° PÁGINAS - 848
AÑO EDICIÓN  - 2010
PVP  - 60,00 €

 El presente volumen, dentro de una serie de tres volúmenes, contiene los relatos publicados desde 1891 a 1893 y más tarde recogidos en forma de libro como "Las aventuras de Sherlock Holmes" y "Las memorias de Sherlock Holmes".

INDICE DE CONTENIDO
Prefacio
Introducción, por John Le Carré
El mundo de Sherlock Holmes

LAS AVENTURAS DE SHERLOCK HOLMES
Escándalo en Bohemia
La Liga de los Pelirrojos
Un caso de identidad
El misterio del valle Boscombe
Las cinco semillas de naranja
El hombre del labio torcido
- «Una rosa con cualquier otro nombre...»
La aventura del carbunclo azul
- Una cosecha invernal
La aventura de la banda de lunares
- «¡Es una víbora de los pantanos…. La serpiente más mortífera de la India»
- Las armas de Sherlock Holmes y del doctor John H. Watson
La aventura del pulgar del ingeniero
La aventura del solterón aristocrático
La aventura de la Corona de Berilos
La aventura del Copper Beeches

LAS MEMORIAS DE SHERLOCK HOLMES
Estrella de Plata
- «... y el cálculo es sencillo»
- «Espero ganar un pellizco en la próxima carrera»
La caja de cartón
La cara amarilla
El oficinista del corredor de Bolsa
La Gloria Scott
El ritual de los Musgrave
- El ritual de los Musgrave
Los hacendados de Reigate
El jorobado
- El Motín Indio
El intérprete griego
- Mycroft Holmes
El paciente interno
- El texto de «El paciente interno»
El tratado naval
El problema final
- Revisiones de «El problema final»

Tabla cronológica. Vida y época de Sherlock Holmes


SHERLOCK HOLMES ANOTADO – EL REGRESO DE SHERLOCK HOLMES. SU ÚLTIMO SALUDO (RELATOS II)

EDITORIAL  - AKAL
COLECCIÓN - GRANDES LIBROS
TRADUCTOR - LUCÍA MÁRQUEZ DE LA PLATA
ISBN - 978-84-460-2543-6
DIMENSIONES -  19,5 x 25
N.° PÁGINAS - 1120
AÑO EDICIÓN  - 2011
PVP  - 60,00 €

En este tercer tomo de Sherlock Holmes anotado se recogen los cuentos publicados desde 1903 a 1927 en la Strand Magazine, que luego formarían los libros El regreso de Sherlock Holmes, Su último saludo y El archivo de Sherlock Holmes. Asimismo, se da la circunstancia de que el primer relato del libro es «La aventura de la casa deshabitada», según Kingler, «la historia más aclamada de todo el Canon»; no en vano, habían pasado diez años desde que Doyle hiciera que el profesor Moriarty, líder de la criminalidad europea, tirara al detective por unas cataratas en El problema final. Sin embargo, el escritor, como es bien sabido, sintió tan cerca las protestas y súplicas de sus lectores –su propia madre ya le había advertido de que su idea de deshacerse de él no era buena– que acabaría por resucitar a su protagonista. 

Es una obra monumental que une la diversión de los relatos de Holmes con más de mil anotaciones  a cargo de Leslie S. Klinger , que nos describen la época en todos sus aspectos, desde la cultura y la política a la vida cotidiana en el Londres victoriano.

Para los holmesianos, incluye numerosas notas sobre la obra de Conan Doyle, la relación entre los diferentes relatos y sus protagonistas, más una completa bibliografía y una lista final de asociaciones shelockianas mundiales.

Mantiene las magníficas ilustraciones originales. Un acierto.

Para los no iniciados en Sherlock, les aconsejo empezar por sus relatos antes de abordar las novelas.

 En fin, una auténtica delicia que garantiza horas de lectura divertida.

INDICE DE CONTENIDO
1. El regreso de Sherlock Holmes
1.0. Prefacio
1.1. La aventura de la casa deshabitada
1.1.1. El gran hiato
1.1.1.1. Fundamentalismo
1.1.1.2. Sin depósito no hay devolución
1.1.1.3. Un viaje diferente
1.1.2. Baritsu
1.1.3. El cielo que se oscurecía
1.1.4. La trayectoria de la bala del coronel
1.2. La aventura del constructor de Norwood
1.2.1. Sherlock Holmes y las huellas dactilares
1.3. La aventura de los bailarines
1.3.1. El alfabeto de los bailarines
1.4. La aventura del ciclista solitario
1.4.1. El ciclismo en la época de Sherlock Holmes
1.5. La aventura de la escuela Priory
1.5.1. El duque de Holdernesse
1.5.2. ¿En qué dirección iba la bicicleta?
1.6. La aventura de Peter el Negro
1.7. La aventura de Charles Augustus Milverton
1.8. La aventura de los seis napoleones
1.9. La aventura de los tres estudiantes
1.9.1. El estudio de los antiguos documentos legales ingleses
1.10. La aventura de los anteojos dorados
1.11. La aventura del tres cuartos desaparecido
1.11.1. Las reglas del rugby
1.12. La aventura de Abbey Grange
1.13. La aventura de la segunda mancha
1.13.1. «Lord Bellinger» y el «Justo y Honorable Trelawney Hope»
2. Su último saludo
2.0. Prefacio
2.1. La aventura del pabellón Wisteria
2.1.1. I. El extraño suceso ocurrido al señor John Scott Eccles
2.1.2. II. El tigre de San Pedro
2.2. La aventura del círculo rojo
2.2.1. Primera parte
2.2.2. Segunda parte
2.2.3. El mensaje secreto
2.3. La aventura de los planos del Bruce-Partington
2.3.1. Un inminente cambio de gobierno
2.3.2. Guerra naval
2.3.3. Los motetes polifónicos de Lasso
2.4. La aventura del detective moribundo
2.5. La desaparición de Lady Frances Carfax
2.5.1. «Podían haberla enterrado…»
2.6. La aventura de la pezuña del diablo
2.7. Su último saludo
2.7.1. Un epílogo en la carrera de Sherlock Holmes
3. El archivo de Sherlock Holmes
3.0. Prefacio
3.1. La aventura del cliente ilustre
3.2. La aventura del soldado descolorido
3.2.1. La guerra de los bóers
3.3. La aventura de la piedra mazarino
3.3.1. El autor de «La piedra mazarino»
3.4. La aventura de los tres gabletes
3.5. La aventura del vampiro de Sussex
3.5.1. «Pero ¿qué sabemos acerca de los vampiros?»
3.6. La aventura de los tres garrideb
3.7. El problema del puente Thor
3.7.1. Sinopsis de la primera parte de la historia
3.7.2. El «Problema del puente Thor» original
3.8. La aventura del hombre que trepaba
3.8.1. «En cuanto a las fechas, eso es lo más desconcertante de todo»
3.9. La aventura de la melena de león
3.10. La aventura de la inquilina del velo
3.10.1. La carrera de Holmes
3.11. La aventura de Shoscombe Old Place
3.12. La aventura del fabricante de colores retirado
3.12.1. La identidad de «Carina»
4. Bibliografía seleccionada
4.1. General
4.2. Las aventuras de Sherlock Holmes
4.3. Las memorias de Sherlock Holmes
4.4. El regreso de Sherlock Holmes
4.5. Su último saludo
4.6. El archivo de Sherlock Holmes
5. Comentarios para estudiosos
6. Sociedades sherlockianas activas
6.1. Geográficas
6.2. Profesionales
6.3. Otros
7. La web sherlockiana
7.1. General
7.2. Arthur Conan Doyle
7.3. Sherlock Holmes y John H. Watson
7.4. Material sobre la época victoriana
7.5. Páginas en español
8. Agradecimientos
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

miércoles, 25 de enero de 2012

GABRIELA MISTRAL - TODAS ÍBAMOS A SER REINAS



-VIDEO CON EL POEMA RECITADO-



TODAS  ÍBAMOS A SER REINAS

Todas íbamos a ser reinas,
de cuatro reinos sobre el mar:
Rosalía con Efigenia
y Lucila con Soledad.

En el valle de Elqui, ceñido
de cien montañas o de más,
que como ofrendas o tributos
arden en rojo y azafrán.

Lo decíamos embriagadas,
y lo tuvimos por verdad,
que seríamos todas reinas
y llegaríamos al mar.

Con las trenzas de los siete años,
y batas claras de percal,
persiguiendo tordos huidos
en la sombra del higueral.

De los cuatro reinos, decíamos,
indudables como el Korán,
que por grandes y por cabales
alcanzarían hasta el mar.

Cuatro esposos desposarían,
por el tiempo de desposar,
y eran reyes y cantadores
como David, rey de Judá.

Y de ser grandes nuestros reinos,
ellos tendrían, sin faltar,
mares verdes, mares de algas,
y el ave loca del faisán.

Y de tener todos los frutos,
árbol de leche, árbol del pan,
el guayacán no cortaríamos
ni morderíamos metal.

Todas íbamos a ser reinas,
y de verídico reinar;
pero ninguna ha sido reina
ni en Arauco ni en Copán...

Rosalía besó marino
ya desposado con el mar,
y al besador, en las Guaitecas,
se lo comió la tempestad.

Soledad crió siete hermanos
y su sangre dejó en su pan,
y sus ojos quedaron negros
de no haber visto nunca el mar.

En las viñas de Montegrande,
con su puro seno candeal,
mece los hijos de otras reinas
y los suyos nunca-jamás.

Efigenia cruzó extranjero
en las rutas, y sin hablar,
le siguió, sin saberle nombre,
porque el hombre parece el mar.

Y Lucila, que hablaba a río,
a montaña y cañaveral,
en las lunas de la locura
recibió reino de verdad.

En las nubes contó diez hijos
y en los salares su reinar,
en los ríos ha visto esposos
y su manto en la tempestad.

Pero en el valle de Elqui, donde
son cien montañas o son más,
cantan las otras que vinieron
y las que vienen cantarán:

-"En la tierra seremos reinas,
y de verídico reinar,
y siendo grandes nuestros reinos,
llegaremos todas al mar." 
                                      -Gabriela Mistral -




martes, 24 de enero de 2012

LA PROSA DE GABRIELA MISTRAL, O UNA VERDADERA JOYA DESCONOCIDA



Publicado en Revista de Literatura Chilena, Nº 36, noviembre 1990. Departamento de Literatura, Universidad de Chile.
Por Marie-Lise Gazartan-Gautier
St. johns University
Jamaica, New York

Gabriela Mistral murió hace ya treinta y tres años (ahora, en 1990) .  Estoy recordándola, alta, majestuosa, a la vez humilde y altiva, acariciando y arrullando con su mirada y su voz de profeta de América todo lo que la rodeaba.  Que viviese en Lisboa, Madrid, México, Nueva York, Petrópolis, Rápallo o el sur de Francia, el aire que respiraba y el lenguaje que hablaba eran los del continente americano; sus pensamientos giraban en torno a su gente, sus pueblos, su flora, su fauna.

Gabriela era la voz de América, la cantadora de sus mares y de sus montañas, la que sabía dialogar con cada uno de los pliegues de la Cordillera de los Andes, que había probado sus frutas y congeniado con ellas desde Puerto Rico hasta la Tierra del Fuego.

Los dichosos como yo que la visitábamos cada fin de semana, y que casi convivimos con ella, no podemos olvidarnos nunca del encanto de sus conversaciones que se volvían monólogos y hacía que todo alrededor suyo se transformara en algo especial, algo divinizado.  La mesa se volvía árbol; el árbol, Padre o Amado; el pan, hostia; todo cobraba un valor íntimo, maravillosamente personal.  Oírla hablar era como hacer un viaje a Monte Grande, el pequeño pueblo del Valle de Elqui, encaramado en la Cordillera de los Andes, donde hoy reposa y al que estaba tan apegada durante su vida, como si fuera un paraíso terrenal.

Su prosa, no cabe duda, es lo que más se acerca a su manera de hablar y su modo de ser.  Refleja sus preocupaciones sociales y educacionales, sus gustos literarios y artísticos y, por encima de todo, su concepto de la belleza, con raíces profundamente bíblicas.  A lo largo de su vida demuestra una hermandad con escritores que, como ella, sienten esa misma inquietud y preocupación por la humanidad.  Es preciso poner de relieve la afinidad con Chocano, Dante, Darío, Maritain, Martí, Nervo, Rodó, Romain Rolland, Tagore y Tolstoi.  Mujer del siglo veinte, encuentra en la Edad Media y en los Evangelios las cualidades espirituales que necesita para encaminarse hacia la obra.

Poco se ha escrito sobre la prosa de Gabriela Mistral y, sin embargo, aquella obra que durante tanto tiempo anduvo diseminada por el mundo en periódicos y revistas es tan valiosa como su poesía.  Recuerdo que Luis Alberto Sánchez, el antiguo Vicepresidente de la República del Perú, solía decirme, cuando era mi profesor en Columbia University, que para él aquella obra menos conocida de la poetisa chilena era una verdadera joya.

Se puede dividir la prosa de Gabriela Mistral en tres etapas, con la excepción de la prosa epistolar que abarca todas las épocas y representa una fuente inagotable de riqueza.  La primera corresponde a los años 1904-192 1; la segunda, a los años 1922-1934; y la tercera va de 1935 a 1957, año de su muerte.

La primera etapa, compuesta de prosa poética y de poemas en prosa, tiene un propósito pedagógico y brota de una fuente sumamente religiosa.  En ella se ve una fuerte influencia bíblica del Antiguo y Nuevo Testamento.  Ya en esa época inicial de creación empieza a ejercer sobre sí misma una estricta autodisciplina y vuelve sobre la obra cuantas veces le parece necesario, puliéndola, en un afán de perfección mística.  Esa costumbre iba a durarle toda la vida.  Muy a menudo cuando yo la visitaba la encontraba con un lápiz azul en la mano, corrigiendo libros publicados hace años.  Hay, por ejemplo, cuatro variantes de "La defensa de la belleza", publicada inicialmente en Elegancias, en 1913, y que luego aparece en su libro Desolación, en 1922, bajo el título de "Por qué las rosas tienen espinas".

El poema en prosa estaba muy en boga a principios de siglo y a Gabriela le atraía ese género.  Años más tarde iba a confiar, con la gran humildad que la caracterizaba, que había escogido esa forma "por pereza porque... exige menor esfuerzo y disciplina que el verso 1

Los trabajos de aquella primera época empezaron a difundirse en varios periódicos y revistas, a partir de las fechas aquí citadas: La Idea, La Serena (1909); Elegancias, París (1913);Nueva Luz, Zig-Zag y Revista de Educación Nacional, tres publicaciones de Santiago (1914); y Libros de lectura escolar (1916-1917), una colección de textos reunidos por Manuel Guzmán Maturana.

La segunda etapa empieza en 1922, año en que se publica en Nueva York, bajo los auspicios del Instituto Hispánico de Columbia University, su primer libro, Desolación.  En aquel mismo año, Gabriela Mistral emprende una serie de viajes, primero a México, donde la llama José Vasconcelos para colaborar con él en la reforma educativa de su país; luego a los Estados Unidos y a Europa.  Durante su estancia en México, aparece en 1923 su segundo libro, Lecturas para mujeres, una antología de los más valiosos escritores del mundo, con enfoque especial en lo hispanoamericano, recopilada por la poetisa chilena para la primera escuela mexicana que lleva su nombre; entre aquellos textos incluye una selección de su propia poesía y de su prosa.  Afirma que el deber del escritor es saber despertar en la juventud el amor y respeto por la familia y la patria.

A su regreso a Chile en 1925, ya como figura de amplitud internacional, sueña, sin embargo, con tener una escuela en aquel Valle de Elqui, al que tanto quería y extrañaba, y volver a ser maestra rural.  Pero bien diferente iba a ser su destino.  En 1926, el gobierno chileno la nombra representante de su país en el Instituto de Cooperación Intelectual, organización dependiente de la Sociedad de las Naciones, con sede en París.  En 1932, ingresa en el servicio diplomático con el cargo de cónsul.

Gabriela, como Santa Teresa de Ávila, se convierte en una viajera infatigable, dándose el apodo de "Patiloca".  Descubre nuevos paisajes y busca en ellos el gesto y el pálpito del subsuelo americano, al que conoce en su más diminuto detalle.  Escribe: "Otra forma de patriotismo que nos falta cultivar es ésta de ir pintando con filial ternura, sierra a sierra y río a río la tierra de milagro sobre la cual caminamos 2por dondequiera que ejerza su puesto de cónsul, todo viajante encuentra en ella una amiga y en el consulado de Chile un hogar.


Como corresponsal de El Mercurio de Santiago, la poetisa y diplomática manda desde Europa y desde los Estados Unidos artículos con el propósito de informar, pero suele dar a esos reportajes una estampa poética.  Escribe sobre reformas educativas y agrarias, sobre feminismo y la defensa de la mujer y de los niños; exalta las grandes voces de América como Bolívar, Darío, Martí, Sarmiento; realiza entrevistas con escritores latinoamericanos que viven en París o viajan por Europa, como los hermanos García Calderón, Teresa de la Parra, Alfonso Reyes, Alfonsina Storni y José Vasconcelos, y divulga sus obras; también escribe sobre autores españoles, como, por ejemplo, Carmen Conde y Miguel de Unamuno; sobre franceses como Georges Duhamel, Frédéric Mistral, Charles Péguy y Romain Rolland; sobre indios como jagadis Chandra, Krishnamurti y Rabindranath Tagore; sobre italianos como Giovanni Papini; sobre suecos como Selma Lagerióf; sobre rusos como Gorki y Tolstoi.

Pero la prosa puramente poética, aunque forme parte del mismo impulso de enseñar, es la que tiene como propósito estimular el espiritu y levantar el alma.  Bajo los títulos de "Elogios", "Estampas", "Motivos", "Oficios" y "Semblantes", la escritora chilena alaba las figu­ras humildes que se compenetran con el verdadero sentido de la vocación, tales como los santos conocidos, y no tan conocidos, y los pequeños artesanos.  También hace un elogio de los animales como la alpaca, el faisán y la gacela y de las materias como el agua, la ceniza, el cristal, el fuego y la pizarra.  Con sus crónicas de viaje traza una geografía caminada de las regiones en que vive o por las cuales pasa, atraída por su gente y clima: Castilla, Liguria, Provenza y, dentro de su propia América, las Antillas, Argentina, Chile, de sur a norte, Ecuador, México, El Salvador y Perú.

Es preciso señalar la belleza del lenguaje con que Gabriela se expresa cuando entabla unos diálogos con los santos en sus "vidas" dedicadas a ellos.  Habla con el Cura de Ars, San Francisco de Asís, San Vicente de Paúl, Santa Teresa de Ávila y Santa Teresa de Lisieux como si fueran amigos suyos con quienes se encontrara a diario y discutiera los temas que más les atañen.  Con Santa Teresa de Ávila, por ejemplo, intercambia sus ideas sobre la grandeza y discreción de la gracia divina en el arte de escribir y la necesidad de pulir la obra.  En cada una de esas páginas resalta la personalidad profundamente cristiana de la poetisa.

Años han pasado desde que leí por primera vez el encuentro imaginario que tiene la poetisa chilena con la santa de Ávila, en un peregrinaje por la tierra árida de Castilla, en 1925.  Tan fuerte fue el impacto de aquella lectura sobre mí que, cuando se celebró en España en 1982 el cuarto centenario de la Santa, me imaginé otro encuentro entre aquellas dos grandes mujeres, donde yo me hacía testigo silencioso de aquel primer diálogo mágico. Y así terminaba mi ponencia leída en la capilla de un convento fundado en Pastrana por Santa Teresa: "Ha llegado el momento doloroso de la despedida.  Bajo lentamente de la montaña, pero con cada paso miro hacia atrás y veo todavía allá en la cumbre a mis dos andariegas, con la cara bañada de luz. ¿Serán los rayos del sol de Castilla, serán los rayos del sol del amanecer andino, o será la luz divina?, me pregunto yo.  Me siento como si hubiera estado suspendida entre el cielo y la tierra, en un espacio de tiempo sin medir" . Se ha escrito mucho acerca del lenguaje parecido de ambas mujeres, almas gemelas entregadas a Dios.

Otro hermano del alma es, sin lugar a duda, San Francisco de Asís, su santo favorito. Esa pasión por él la lleva a ingresar en la Orden Terciaria, y con el cordón franciscano está enterrada.  En San Francisco encuentra la humildad del que sabe conversar con las flores y los animales, despreciando las vanidades humanas.  Empieza a escribir los "Motivos de San Francisco", en 1923, en México y los termina en Europa, en 1926.  Pero no llega a dedicarle un "librito", como lo deseaba, para su centenario que se lleva a cabo en 1927.  En sus artículos alaba el cuerpo del santo, sus manos, sus cabellos, su cara, sus ojos, sus labios, su voz, y hasta el cordón que le ciñe la cintura: "¿Cómo será el cuerpo de San Francisco? Dicen que de fino parecía que pudiera dispersarlo el viento.  Echaba poca sombra;... apenas echaba sombra el Pobrecillo" 4.  Años más tarde, en un poema dedicado a su propia madre, la poetisa se expresa en términos casi idénticos: "Mi madre era pequeñita / como la menta o la hierba; / apenas echaba sombra / sobre las cosas, apenas..."5Del cordón de San Francisco escribe: "El cordón de tu sayal, Francisco, es el brazo del Señor que va de tu costado a su costado. ...Poco a poco yo me voy haciendo un cintillo semejante en torno mío.  Eres tú la ceñidura que va cuajando con lentitud.  Todavía no es perfecta.  Ayúdame a cerrarla con tu mano hábil en ataduras"6.

Las mejores páginas de la escritora chilena son las que encuentran en lo divino un motivo de inspiración y que dan a lo espiritual una forma física, el alma cobra cuerpo, se vuelve tangible, ve en la Virgen María la sonrisa de su madre; pero también son las páginas que se refieren a lo humano, a lo común y corriente y que ella logra sublimar.  Tanto "La Oración del estudiante a la Gracia" como "La Oración de la Maestra" reflejan esa convivencia diaria con Dios sin Quien no sabría vivir: "Yo te invoco, Señor, Dueño de la Gracia, al empezar mi trabajo.  Entre Ella en mi aposento cerrado, y ponga sus manos sobre mí” 7.

Leer esos textos tan íntimamente suyos es como llegar a conocer a Gabriela.  Otros que de igual manera señalan sus convicciones y sus rasgos más entrañables, y que yo personalmente encuentro hermosísimos, son "Silueta de Sor Juana Inés de la Cruz" y "La Estatua de la Libertad".  En el primero, cuenta como llega a querer a Sor Juana cuando ésta se desprende de sus libros y de sus estudios para dedicarse al cuidado de sus hermanas enfermas: "...admirable la monja docta, pero grande por sobre todas, la monja que, liberada de la vanidad intelectual, olvida fama y letrillas, y sobre la cara de los pestosos, recoge el soplo de la muerte.  Y muere vuelta a su Cristo como a la suma belleza y a la apaciguadora Verdad8

En el segundo, confiesa que quisiera despojarse de todo adorno moderno en un afán de sencillez y andar envuelta en una túnica como si viviera en la época de Cristo.  Mira con envidia a la Estatua de la Libertad porque lleva puesto un largo manto cargado de pliegues.  A Gabriela siempre le gustó el uso de vestidos largos y de una capa amplia.

Durante aquella etapa periodística como corresponsal de El Mercurio de Santiago, escribe también para otras publicaciones de magnitud internacional: Repertorio Americano, San José, Costa Rica; El Diario Ilustrado, Santiago; Revue de l'Amérique Latine, París; y Nueva Democracia, Nueva York.  Además colabora en El Boletín de la Unión Panamericana, Washington (1924); Atenea, Santiago y El Mercurio, Antofagasta (1925); Universal, México (1926); El Tiempo, Bogotá (1928); ABC, Madrid, Universal, Caracas y La Nación, Buenos Aires (1960), a partir de las fechas indicadas.

En la tercera etapa, Gabriela sigue colaborando con los periódicos y revistas ya mencionados en este breve recorrido de su prosa.  Pero también empieza a escribir para Anales de la Universidad de Chile, Santiago (1934); El Sol, Madrid (1935); Sur, Buenos Aires (1936); Revista Hispánica Moderna, Nueva York (1937); Revista Bimestre Cubana, La Habana y La Voz, Madrid (1938); Estudios, Santiago (1940); Boletín del Instituto Nacional, Santiago (1 942); Revista de América, publicación de El Tiempo, Bogotá (1 945); La Nación, Santiago y La Prensa, Buenos Aires, (1946).

En respuesta a una petición firmada por escritores como Unamuno, Ferrero, Duhamel y Maeterlinck, el Presidente de la República de Chile Arturo Alessandri Palma crea en 1935 una ley especial por la cual nombra a Gabriela Mistral cónsul vitalicio.  Ese gesto, que le proporciona una seguridad económica tan necesitada y merecida, pone fin a los momentos de estrechez que había tenido que soportar.  Durante una larga temporada, los artículos que escribía y las conferencias que dictaba fueron su única manera de ganarse la vida.

Desde Italia, España, Portugal, Brasil y los Estados Unidos donde reside y desempeña su cargo de cónsul, Gabriela siente personalmente las tragedias que destrozan a la humanidad: la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial y también vive su propia tragedia en la muerte violenta a los diecisiete años de su único sobrino Juan Miguel, en 1943.  Se preocupa con ternura por la condición en que se encuentran los niños huérfanos como resultado de la Guerra Civil y les entrega ayuda económica por medio de la publicación de su libro Tala. Gracias a la generosidad de Victoria Ocampo, la propietaria de la Editorial Sur y amiga entrañable de todos los escritores, ese amparo financiero que les brinda se hace posible.  Con esas palabras, parecidas a las de una madre a sus hijos, dice: "Tomen ellos el pobre libro de su Gabriela, que es una mestiza de vasco, y se lave Talca de su miseria esencial por este ademán de servir, de ser únicamente el criado de mi amor hacia la sangre inocente de España, que va y viene por la Penínsu­la y por Europa entera "9

La escritora se dedica a la poesía pero sigue mandando de cualquier lugar donde esté informes sobre reformas pedagógicas y agrarias; apoya las causas de los oprimidos -entre ellas, la de los judíos- y llega a ser una defensora incondicional de la paz; recomienda libros que acaba de leer; y alaba la lengua castellana y a los que saben hacer alarde de ella.  Pero además desarrolla un nuevo género, tanto en poesía como en prosa, al que llama recado.  Se adueña de aquella antigua y popular forma de expresión oral y le da un nuevo vigor al estilizarla en un mensaje escrito.  El recado parece desprenderse del mundo mágico de sus conversaciones y gozar de la misma chispa luminosa.

A Gabriela lo que primero le fascinaba en una persona era la calidad de la voz y el don de la palabra, el saber contar cuentos y nombrar las cosas.  De su propia madre había aprendido a mentar los nombres de cada flor y cada planta, cuando de pequeña la llevaba de la mano a conocer su valle.  Y durante toda la vida solía preguntar a los que venían a visitarla por el nombre de una planta o de algún animal que se le había borrado por un momento de la mente y que le hacía falta para animar su prosa o su poesía.

Sin embargo nunca se dio cuenta de ese don de la palabra que ejercía sobre los demás y del círculo mágico que se ceñía a su alrededor.  Pero sí sabía valorar esas cualidades en los demás.  Así exalta, entre las voces que más admiraba, la de José Martí y añora el no haber podido disfrutar de ella nunca: "Yo llegué tarde a su fiesta y una de las pérdidas de este mundo será siempre la de no haber escuchado a Martí.  Amigos suyos me han hablado de su voz, pero en esto cualquier información se queda manca.  Debe haber tenido gracia de voz, si creemos a los yoghis que las vísceras mansas hacen dulce la voz" 10.

Entre los muchos recados que escribe, resaltan aquellos en que se detiene ante la belleza del mundo americano, como por ejemplo: "Recado a Monte Grande", "Recado sobre la alameda chilena", "Recado sobre la chinchilla andina", "Recado sobre el copihue chileno", "Recado sobre la Cordillera", "Recado sobre las islas", "Recado sobre Michoacán", "Recado sobre un mito americano: El 'Caleuche' de Chile" y "Recado sobre Quetzalcóatl".

En una prosa, tan personal como su poesía, evoca la fuerza que a veces ejerce el mar o la montaña sobre ella, como si estuviera hablando del amor que un hijo siente por un padre o una madre y que fluctúa según los sentimientos de cada momento.  Dice en "Marineros chilenos": "Los contadores de pueblos suelen darnos a la Centaura de piedra como nuestra pedagoga única.  Yo soy de los que creen que es el Gran Tritón quién más puede y obra sobre nosotros..."' 11. Pero en otra parte, escribe: "Las bellezas de la montaña resultan muchísimo más variadas que las del mar.  Corre por el planeta el lugar común de la ‘monotonía de la montaña' y no hay tal: ella cuenta, como la iglesia sus fiestas jerárquicas, medianas, grandes y menudas solemnidades, algunas realmente sobrenaturales"12. A veces el mar es el que sale ganando, a veces es la montaña, con cada una de sus piedras, pero también puede ser el valle, con sus flores y árboles o la llanura con su trigo, al que califica de "cereal Santo".  En todo instante personifica a la naturaleza, suaviza sus facciones y le da una presencia divina.

Cuando en 1945 recibe el primer Premio Nobel de Literatura de su continente, lo acepta en nombre de Hispanoamérica; cuando el Papa Pío XII le concede una audiencia, le ruega que rece por los indios de América; y cuando se le otorga en Chile el Premio Nacional de Literatura en 1951, pide que el importe de aquel galardón sea repartido entre los niños de su Valle.

La poetisa / periodista / diplomática es ante todo una maestra rural que cuida del porvenir de su pueblo como si fuera la madre de veintiún hijos.  Se empeña en que cada uno lea lo mejor de América y de España, sin olvidarse de los clásicos y de los grandes escritores europeos y norteamericanos, y que aprenda a respetar el idioma como si se tratara de un amigo.  Quiere que la juventud conozca el hechizo de la lectura y, en un mensaje leído en la inauguración de una biblioteca veracruzana en 1950, compara esa dicha a "un vivero de plantas frutales", "un lindo coro de voces" y "un pequeño campo de guerrillas".  Dice: "Las bibliotecas que yo más quiero son las provinciales, porque fui niña de aldea y en ellas me viví juntas a la hambruna y la avidez de libros" . 13

A partir de 1953, Gabriela Mistral representa a Chile en el séptimo y octavo períodos de sesiones de la Comisión de la Condición jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas.  Uno de sus últimos discursos fue el que se leyó el 10 de diciembre de 1955 con motivo del séptimo aniversario de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.  Así se expresa ella: "...En ninguna página sagrada hay algo que se parezca al privilegio y aún menos a la discriminación: dos cosas que rebajan y ofenden al hijo del hombre" 14 . Entre sus amistades contaba con la del entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, otro gran defensor de la paz.

En los últimos años de su vida, Gabriela escribe pocas páginas en prosa.  Se entretiene elaborando un largo poema narrativo, su Poema de Chile, en el que canta en un diálogo íntimo la geografía de su tierra.  Pero también se recrea escribiendo cartas y encuentra solaz en ese modo de comunicación.  Su prosa epistolar es uno de los testimonios más auténticos de su personalidad y tal vez el que más se acerca al mundo mágico de sus conversaciones.  Abarca las tres etapas de su producción literaria, desde su primera carta a Rubén Darío en 1912, firmada Lucila Godoy, en la que insiste en la autenticidad de su obra ("a saber, un cuento original, mui mío, i unos versos, propios en absoluto") 15 , hasta tal vez la última que firmó poco antes de su muerte. Recuerdo que una tarde, cuando la visitaba en el Hempstead General Hospital, presencié una conversación entre Gabriela y Germán Arciniegas, el escritor colombiano, amigo suyo y mío, en que él le pedía que pusiera su firma a un manifiesto en defensa de la revolución húngara.  Y ella inmediatamente asintió porque quería que con su nombre se hiciera más fuerte la lucha por la paz.

La correspondencia que lleva a lo largo de la vida es abundante y variada.  Consiste en cartas dirigidas a amigos, y publicadas por ellos o por estudiosos de su obra; cartas a colegas durante sus años como educadora y diplomática; y unas cartas abiertas escritas especialmente para la publicación en periódicos y revistas.  Muchas de ellas forman un borrador donde se traza su obra, un lienzo donde teje poco a poco trozos de prosa poética, críticas literarias, entrevistas e informes; piedra de la cual brota aspereza y ternura, humor y lecciones.

De toda su prosa epistolar se destaca un gran sentido de humildad y una sensibilidad religiosa y maternal en su visión poética del mundo.  Así escribe Gabriela en 1929 a Benjamín Carrión: "Muchos juicios he escrito y algunos me los han celebrado, pero yo sé bien que aquello no era crítica ni cosa parecida, sino pura sensación, una sensación casi física que me da a mí la lectura; eso, y no una arquitectura intelectual de la obra leída.  Yo tengo poca mente; tengo sentidos e imaginación, que sobran al crítico" 16. También escribe en una carta abierta a Norberto Pinilla, en 1941, en que hace referencias a su libro sobre ella: "Permítame servirle de alguna cosa en asuntos que no sean mi propia persona, que usted ha abultado, seguramente por la mala cosa que se llama nacionalismo" 17. Y en una carta a Augusto Arias, en 1937, acerca de su libro sobre Espejo, le da el siguiente consejo con toda confianza y cariño: "Yo le miro por encima de mi cabeza, en cuanto ha bien vivido y ha bien trabajado y bien arribado. ...Me temo una cosa: el que Ud. se nos vaya hacia la erudición.  Qué así no sea: se nos empalaría o volvería inhumano....... 18. Otra recomendación que le hace a Teresa María Llona y, que en muchas oportunidades me repite a mí, es el enfocar el estudio de los clásicos: "Yo quiero que leas muchos clásicos y que estos a tí como a mí te amenguen de cuajo el romanticismo. ¿Oyes?  Comienza por Sófocles.  Sigue con Esquilo.  Hay pasión tremenda en ellos, pero dentro de la brasa un eterno sosiego.  Yo necesito saberte anclada o clavada en las esencias del mundo y de la vida.  Las esencia, -las resinas- arden y están quietas.  Así hay que rezar, que ver al prójimo, escribir y vivir. ..."19

Ese tono íntimo conversacional que destaca en su correspondencia nos hace partícipes de su vida; es como si Gabriela estuviera charlando con nosotros de viva voz, contándonos con quién ha estado hablando, qué libro acaba de leer, y qué poema o artículo la está cautivando.  Aquellas cartas escritas a mano, con una letra generosa, la mayoría sin fecha, son como diálogos interrumpidos que había estado sosteniendo con amigos o, monólogos consigo misma, y que sigue de una manera espontánea con la persona con quien se cartea.

Vendría al caso, como colofón a este breve estudio, volver a repetir que la prosa y la poesía que cultivó Gabriela Mistral son dos formas paralelas de su arte.  Al releer su obra tanto en prosa como en verso me doy cuenta de que son ramas de un mismo árbol, dos manos extendidas hacia el mismo ideal y que me llaman para que evoque su recuerdo.  Reflejan con la misma intensidad la personalidad noble y tierna y a la vez brusca y sincera de aquella gran mujer chilena que sin ser madre supo ser la de su continente.  Una voz tallada en la piedra de la Cordillera, bañada de su luz andina y purificada en las aguas de las mares y de los ríos.

Víctor Andrés Belaúnde, el antiguo colega de Gabriela Mistral en la Sociedad de las Naciones y luego Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, honró su memoria interrumpiendo la sesión de la Asamblea, con las siguientes palabras: "Tan bella fue su prosa como su forma poética.  Quizás pudo decirse de ella lo que se afirmó de Valéry: que si su poesía era de oro, su prosa fue de diamante.  Sentimiento del misterio, amor cristiano, actitud maternal de la mujer, culto de las formas puras y castizas del idioma, amor de una América solidaria, unida a sus raíces hispanas y latinas.


Notas
1. Palma Guillén, "La varía poesía de Gabriela Mistral", El Nacional (México), 25 diciembre, 1949, p. 2.
2. Gabriela Mistral, Lecturas para mujeres.  México: Secretaría de Educación, 1923, p. 11.
3. Marie-Lise Gazarian-Gautier, "El encuentro de Gabriela Mistral con su Santa Teresa", en Manuel Criado de Val, Santa Teresa y la literatura mística hispánica.  Madrid: Edi-6, S.A., 1984, p. 727.
4. Gabriela Mistral, "Motivos de San Francisco", en Páginas en prosa.  Buenos Aires: Editorial Kapelusz, 1962, p. 29.
5. Gabriela Mistral, "Madre mía", Lagar.  Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1954, P. 119.
6. Gabriela Mistral, "Motivos de San Francisco", en Páginas en prosa. pp. 48-49.
7. Gabriela Mistral, "La Oración del estudiante a la Gracia", Repertorio Americano (San José de Costa Rica),VIII, N" 9, mayo de 1924, p. 129.
8. Gabriela Mistral, "Silueta de Sor Juana Inés de la Cruz", El Mercurio (Santiago de Chile), 16 de septiembre de 1923.
9.  Gabriela Mistral, "Razón de este libro", Tala.  Editorial Sur, 1938.
10. Gabriela Mistral, "Los 'Versos Sencillos' de José Martí”, Revista Bimestre Cubana (La Habana), LIX, marzo-junio 1938.
11. Gabriela Mistral, "Marineros chilenos", El Nacional (México), 20 de septiembre de 1950.
12.  Gabriela Mistral,"Recado sobre la Cordillera", Repertorio Americano (San José, Costa Rica), XXXVII, 14 de septiembre de 1940, p. 290.
13. Gabriela Mistral, "Inauguración de una biblioteca veracruzana", Repertorio Americano (San José, Costa Rica), XLVI, 10 de mayo de 1950.
14. Mensaje de Gabriera Mistral en ocasión del aniversario de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas, 10 de diciembre de 1955.
15. Carta de Gabriela Mistral a Rubén Darío, en Antonio Oliver Belmás, Este otro Rubén Darío.  Barcelona: Editorial Aedos, 1960, p. 122.
16. Carta de Gabriela Mistral a Benjamín Carrión, Santa Gabriela Mistral.  Quito: Editorial Casa de la Cultura, 1956, p. 144.
17. Carta abierta de Gabriela Mistral a Norberto Pinilla sobre la “Biografía de Gabriela Mistral”, Repertorio Americano (San José, Costa Rica), XXXVIII, 4 de enero de 1941, p. 8.
18. Gabriela Mistral, “Más sobre el ‘Espejo de Augusto Arias” Repertorio Americano (San José, Costa Rica), 31 de julio de 1937, p. 58.
19. Carta de Gabriela Mistral a Teresa María Liona, Nusta, Revista Femenina Peruana (Lima), Nº 7, enero de 1958, p. 28.
20. Asamblea ONU interrumpe sesión para honrar la memoria de Gabriela Mistral, el 10 de enero de 1957.  Documentos oficiales de la Asamblea General, XI período de sesiones plenarias, sesión 635.