miércoles, 30 de mayo de 2012

LECTURA RECORTADA. - LA CRISIS LLEGA A LAS BIBLIOTECAS -.



- La Biblioteca Pública de Valencia cierra durante las horas centrales y reduce su horario de préstamo por los ajustes -


Miriam Estévez, una estudiante de psicología de 19 años, descansa en las escaleras de entrada de la Biblioteca Pública de Valencia. Aturdida, con parte de sus apuntes en la mano, planea cómo sortear las siguientes horas del día. “No sé adónde ir”, resopla, “antes apuraba hasta las cuatro y media y me iba directa a clase”, apunta.
Esta chica es una de las afectadas por los recortes de la Generalitat, que han mermado los servicios de bibliotecas hasta reducir el servicio de préstamo a seis horas diarias y la apertura a ocho y media frente a las 11 anteriores.

El presupuesto destinado a esta biblioteca este último año es de 161.160 euros. En 2009, la cantidad total para las de la comunidad era de 910.000, que ha pasado a ser de 335.000, casi dos tercios menos. “Es una quiebra de la igualdad de oportunidades”, responde Juan Soto, diputado del PSPV. “Porque no es solo el préstamo, sino que la biblioteca es un espacio público que facilita otros servicios como la búsqueda de trabajo por Internet para los más desfavorecidos”.

En la Biblioteca Pública de Valencia la apertura al público era de nueve de la mañana a ocho y media de la tarde de forma ininterrumpida. Ahora, debido a la reducción de 37,5 horas a 25 al personal interino, este centro cierra de dos a cinco de la tarde. Aparte de esta siesta obligada, dos máquinas instaladas a principios de año han sustituido al préstamo manual, que solo funciona desde las 10 hasta la una y desde las seis a las ocho de tarde. “Las bibliotecas no son un almacén de depósito y entrega de ejemplares”, razona Soto, “sino un instrumento de fomento de lectura y actividades culturales. Y para eso hace falta personal”, sentencia.

Según la Consejería de Cultura, el edificio cuenta con 34 trabajadores del sector público en activo, 11 de ellos interinos. Hasta ahora no ha habido ningún despido. Tampoco entre los vigilantes o el personal de limpieza, de empresas subcontratadas. Las cifras de usuarios, por el contrario, han crecido exponencialmente en el último año. En total, más de 4.000 personas se han inscrito en todo 2011, dando un global de 121.471. Esta cantidad excluye a los que aún no tienen la tarjeta de biblioteca, que no pueden recoger un préstamo pero sí utilizar las instalaciones. Según comentan en la dirección, “hay un promedio de un préstamo cada dos minutos”. En el registro del Ayuntamiento la suma total es de 342.823 al año, con un balance diario de 1.365,83. “No obstante, la compra de nuevos materiales ha caído de forma abismal”, comparten desde el organismo.

El resto de esta ecuación lo resume así el socialista Soto: “Es un suicidio cultural en cualquier época. Pero ahora, con más parados y un futuro más comprometido, es algo atroz”.

Fuente:
Artículo publicado en El País

PATENTE DE CORSO; LA VIRTUD DEL CERDO IBÉRICO

A continuación y como parte de ese gran "descubrimiento" que para mi ha supuesto la maravillosa obra de Manuel Chaves Nogales, os dejo un estupendo artículo del maestro donde glosa la figura del insigne periodista sevillano.
Espero que os guste!

La virtud del cerdo ibérico
ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 12/12/2011

No me gustan los entusiasmos advenedizos. Desconfío del converso que se cree en la obligación de comunicar al mundo el descubrimiento recién digerido -o todavía sin digerir-, que acaba de tumbarlo del caballo en el camino de Damasco. Menos todavía me gustan quienes, suponiendo en el prójimo su propia y fresca ignorancia, dan por supuesto que, sin ellos, la Humanidad desconocería determinadas maravillas o prodigios; sin considerar que tal vez el resto de la peña, o parte notoria de ésta, puede tener desde hace tiempo una extrema familiaridad con esos asuntos. Dicho en simple, es como si un turista recién llegado diera la brasa pregonando, a quienes pasaron la vida en la barra de una buena tasca extremeña, las virtudes del cerdo ibérico.

Esto, que ocurre en todos los órdenes de la vida, se da mucho en el mundo que -disculpen la gilipollez- llamamos intelectual. De pronto, el bobo de guardia sube al púlpito y ordena, entusiasmado, leer a tal autor, escuchar a determinado músico o visitar la exposición de aquel pintor -a quienes no había mencionado antes en su zorra vida-, con una falta de prudencia y una pedantería tales que resulta evidente que acaba de toparse con ellos y no está dispuesto a admitirlo. De esos pavos tenemos en España, como en todas partes, copiosa tropa: tertulianos, críticos literarios o cinematográficos, escritores y demás. Catetos deslumbrados, impúdicos en su repentino y sospechoso entusiasmo, empeñados en convencer de lo buena que es La regenta o lo bella que es La batalla de San Romano a quienes tal vez conocieron a Ana Ozores con quince años o llevan cuatro décadas pateando Florencia. No hace falta que cite nombres, pues por ahí andan ellos y ellas, ilustrándonos. Incluido un casposo cagatintas que hasta hace poco salía fotografiado en el suplemento cultural de ABC en actitud pensativa, de cuerpo entero, con zapatos sin calcetines y tocándose los pies.

Pensé en todo eso hace unos días, cuando uno de tales tontos solemnes recomendó, con el tono superior de quien desvela un secreto sólo por él conocido, leer a Manuel Chaves Nogales. «Tienes que leerlo», sentenció imperioso. Y me hizo gracia porque era el quinto o sexto presunto intelectual del momento al que, tras una larga vida de silencio al respecto, oía mencionar a Chaves Nogales en las últimas semanas. La razón era obvia: la publicación de una espléndida biografía escrita por María Isabel Cintas -Chaves Nogales, el oficio de contar-, que, junto a la reciente y loable recuperación sistemática de la obra de uno de los más importantes y atractivos periodistas y narradores españoles de la primera mitad del siglo XX, emprendida por la editorial Libros del Asteroide, ha puesto los principales textos del magnífico escritor sevillano a disposición de unos lectores que antes debían rastrearlos como podían. Un personaje extraordinario, Chaves Nogales, al que muy pocos, entre ellos Pío Baroja en su momento, y mucho después el escritor Andrés Trapiello, valoraron públicamente hasta hace cuatro días. Está de moda, por tanto, el autor de El maestro Juan Martínez que estaba allí, con su obra felizmente disponible, al fin, para todo lector de buena casta. Por eso, y hasta el próximo nombre que toque -a ver cuándo Sender, o Luys Santa Marina- pocos Petronios de la cultura nacional confesarán no haberlo leído hasta hace poco. O nunca. De manera que, al modo habitual, los conspicuos profesionales del camelo se apresuran a tapar el agujero mencionando en sus columnas y comentarios al autor de A sangre y fuego como si toda la vida se hubieran tuteado con ese fascinante observador de la vida y la Historia de su tiempo, muerto en el exilio de forma tristemente temprana: burgués inteligente y culto, escritor de una modernidad asombrosa, lúcido republicano liberal que de haberse quedado en la infame España habría sido fusilado, con certeza, lo mismo por un bando que por otro. En todo caso, bien está. Si de pregonar la obra de Chaves Nogales se trata, benditos sean incluso los oportunistas y los pedantes que ahora, de pronto, lo descubren y elogian. Todo camino es bueno si contribuye a hacer justicia.

En lo que al arriba firmante se refiere, permítanme añadir una pequeña nota personal. Porque éste es lugar y momento adecuados para agradecer a mi amigo Pepe Arenzana, viejo pirata sevillano, haberme regalado hace veinte años la primera y azul edición de Juan Belmonte, matador de toros, de un autor que hasta ese día me era por completo desconocido. A él se lo debo, y así lo escribo, firmo y rubrico. Para que conste.

Fuente:

jueves, 24 de mayo de 2012

LEYENDO "ADIÓS, SHANGHAI" DE ANGEL WAGENSTEIN " II ENTREGA"



Hilde se calló, escarbó distraídamente con sus palillos en el plato de legumbres salteadas y finalmente, siguiendo el hilo de un pensamiento que la atormentaba, preguntó vacilante:
—Vladek, ¿tiene sentido todo esto?
—¿El qué?
—Lo que estáis haciendo... tú y tus hombres... Si no podéis, si no tenéis derecho a intervenir en nada, a ayudar a alguien que esté en un apuro... Digamos, a aquellos pobres diablos de Hongkou...
—Son las reglas del juego: apretar los dientes y no meterse, aunque el corazón te esté sangrando; ser únicamente un observador impasible. Éste es el segundo Mandamiento en nuestra... llamémosla profesión. Una vez, yo me metí para defender a una tonta a la que le había dado por pelearse contra toda la policía de Shanghai por una niña. ¡Y por poco me cortan la cabeza como a un pollo!
—Gracias por lo de la tonta. Pero en ese caso, si se os prohíbe cualquier intervención, ¿cómo podéis cambiar el mundo? ¿Cómo podéis hacerlo mejor?
—No lo sé. De momento, no tenemos más que un objetivo: impedir a Hitler que lo cambie. Porque él lo hará peor. Pero en todo caso, pienso que esto nos va cambiando a nosotros mismos... Porque no aprendemos la verdad sobre los demás por los noticiarios del cine o por los periódicos. No somos observadores a distancia, desde la cual los detalles se ven borrosos. Estamos en el territorio del enemigo. Visto desde este territorio, el mundo tiene un aspecto muy diferente.
—¿En qué sentido?
—En el sentido de que, visto desde fuera, se sabe todo o, digamos, lo esencial, sobre los nazis: su barbarie delirante, los fusilamientos en masa, los campos de concentración, los judíos, los polacos... Claro y unívoco como en un cartel de propaganda. Pero cuando estás dentro, ves a su ejército no sólo bajo la forma de flechas en el mapa de operaciones, sino que empiezas a distinguir también hombres y destinos individuales, generales autosuficientes o desesperados, soldados desorientados convertidos en asesinos. O bien asesinos que ya están proyectando cómo escapar del castigo inminente. Distingues embaucadores de embaucados... Divisas, por ejemplo, en un barranco, a cinco soldados alemanes que con los dedos azules por el frío cortan trozos de carne de la pierna de un caballo helado de su artillería, los asan sobre una pequeña fogata y los muerden estando aún medio crudos. O empiezas a compadecerte de un jovencito alemán, de diecisiete años, que aún no ha vivido ni amado, y que escribe en medio de las ruinas de Stalingrado una carta a su mamá en Sajonia, carta que ella no recibirá jamás. Las cosas toman este aspecto cuando las ves desde dentro. Cambia la idea que uno se ha formado del adversario y, en realidad, de quién es quién y de cómo son los demás... Sin prejuicios ni conjuros. Tu retina empieza a distinguir los matices, se sensibiliza con los dramas ajenos. ¿Y el nuestro? ¿Sabes en qué consiste nuestro drama? En que en todas partes, en todas sin excepción, los que mandan desean que las informaciones que se les suministran a costa de tanto riesgo y sacrificio, correspondan a la idea del enemigo que se han formado ellos mismos, predeterminada como en tu ópera Qinxi. Es por ello por lo que los servicios llamados rutinariamente «especiales» están tan a menudo en conflicto con el poder al que sirven. Porque ponen en tela de juicio sus cómodos esquemas, destruyen los castillos de arena de sus ilusiones. O, digamos...
Vladek tuvo la sensación de que ella estaba ausente.
—¿Estás aquí? —preguntó—. ¿Me sigues? ¿Tratas de comprender lo que digo? Porque esto también tiene que ver, y mucho, con la cultura general. Con la tuya.
Ella tendió la mano por encima de la mesa y acarició la suya.
—Te quiero.
—¿Otra vez?
—Por mucho tiempo ya.


Fragmento del capítulo 52 de "Adiós, Shanghai" de Angel Wagenstein.

miércoles, 23 de mayo de 2012

OBRA LITERARIA DE ANGEL WAGENSTEIN. LA TRILOGÍA DEL PUEBLO ERRANTE.

-ANGEL WAGENSTEIN-

NO HAY ESPINAS SIN ROSAS
Por Carlos Sampayo,
publicado el 04 de Julio de 2011 en Revista Ñ, suplemento cultural del Diario Argentino CLARÍN .

Cuando Angel (léase Anguel) Wagenstein publicó su primera novela, tenía 76 años. Era autor de guiones de más de cincuenta filmes del cine búlgaro y había dirigido algunos. Nada de esto se conocía en "Occidente". La revelación del novelista Wagenstein, judío sefardí, lleva por título El Pentateuco de Isaac, y es una ficción sobre el siglo XX a través de un personaje que vivió con cinco nacionalidades sucesivas: austrohúngara, polaca, alemana del III Reich, austríaca de la república y soviética y, como él dice, en tres campos de concentración. Un judío de Galitzia que sostiene y resuelve su dramática existencia con chistes de judíos incorporados a la narración; allí los chistes asumen el papel de realidad mientras que los hechos, de tan atroces, toman la apariencia de ficción. Nada menos que un Job del siglo XX, pero sin fidelidad a Dios, algo difícil de entender si no nos atenemos a una tradición cultural que ha demostrado que todo lo puede. En esta risa de Isaac no hay olvido, todo lo contrario, y la peripecia concluye con una apelación al final de Stefan Zweig, frascos de somníferos en la mesa de luz, sin confesarnos si repetirá el gesto o no. El libro, en su consistencia etérea transmite desasosiego y enseña qué es el amor y cómo se acomodan los recuerdos en lo que se conoce como conciencia. Es una bofetada, un golpe certero para dejarnos sin aliento. 

El siguiente título es Lejos de Toledo (2002). Un profesor bizantinólogo emigrado a Israel vuelve a su ciudad natal en la Bulgaria poscomunista y se encuentra con su amor de juventud y con un anciano fotógrafo griego que en su taller "La eternidad" guarda testimonio de todo lo ocurrido, en un registro de la minucia cotidiana, desde las fiestas de cumpleaños hasta las ejecuciones de partisanos y colaboracionistas. El profesor y su amada recorren espacios de memoria y rincones escondidos de donde afloran todas las crueldades y no pocas devociones y ternuras. El personaje central de las reminiscencias es el abuelo del profesor, un judío transgresor, tolerante, mitómano y juerguista conocido como El Borrachón, que dice haber sido amigo de Robespierre. Lejos de Toledo habla del destino de los que fueron expulsados de Sefarad en 1492, de la conservación de la lengua judeoespañola, de la comida, las relaciones familiares y, como en la primera novela, del amor y sus reflejos y proyecciones ominosas. La novela es extraordinaria porque relata una desventura como si aventura fuera. El aspecto es ligero, el efecto demoledor.

Adiós, Shanghai, narración de horror e infortunio, refiere unos acontecimientos reales de los que la historiografía apenas si guarda datos. De las tres, es la novela que tiene mayor relación con hechos acaecidos, y sintetiza varios géneros con discurrir no forzado: la novela de crónica política (que incluye datos de época, fechas y acontecimientos), la novela de espionaje (con Richard Sorge incluido), la narración de reencuentros, la indagación en las relaciones de clase, la narración sobre la naturaleza de la expresión artística en situaciones normales y excepcionales, el libro de viajes y de éxodo. Todo ello podría inducir a pensar que Wagenstein ha querido abarcarlo todo, y en algún sentido es verdad: los momentos más trágicos del siglo veinte necesitan de varias narraciones para ser comprendidos. Los acontecimientos son en realidad uno, porque varias líneas confluyen en él: la formación de un gueto para judíos alemanes y austríacos en la Shanghai ocupada por los japoneses desde 1937 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los actores de una parte del drama son un violinista judío y su esposa "aria", ambos célebres; una joven actriz que escapa después de conocer a un médico japonés en París; el mismo médico, ya coronel de las fuerzas de ocupación en China; un rabino y su esposa; varios agentes de diversas potencias, que dan pie a redes de información y sabotaje; y un carterista obeso y casi enano, de encantadora nobleza. Y, por supuesto, la ciudad de Shanghai, ya entonces urbe única en el mundo, que desde 1842, por exigencia británica, fue "concedida" a la voracidad del comercio internacional. En la época de los acontecimientos referidos por Wagenstein, Shanghai era la quinta ciudad más poblada del mundo y hasta la llegada de los refugiados contaba con 80 mil extranjeros debidamente atrincherados en sus privilegios. Después de la Batalla de Shanghai pocos de los desdichados del gueto quedarán con vida. Pero el gueto fue un último refugio y tomó la forma de una esperanza.

En las tres novelas, que no tienen pretensión de continuo narrativo, Wagenstein utiliza diferentes técnicas, aunque en todas advertimos la penetración del ojo observador, el instrumento que sostiene una suerte de montaje cinematográfico, la importancia de la secuencia y la interrelación entre lo exhibido, los hechos, y la opinión del personaje que narra, siempre rememorando. En la rememoración se sitúa un corpus moral, una suerte de humanismo transmitido por lo que se ha perdido y que la memoria (viva, febril) recupera. Esta moral se sirve de la maldad, la deshonestidad, la traición y la obediencia a lo injusto para asentarse en la rectitud y la nobleza. Aunque Wagenstein sabe divertir y entretener al lector, no le ahorra inquietud e incomodidad. Su sentido de la justicia pasa por un recorrido a través de los hechos pequeños y los decires insignificantes, que van dando forma a un modo de piedad que no restringe la crueldad inherente a toda verdad humana. Joseph Roth no es el modelo de este autor, aunque el lector puede apelar a sus extraordinarias narraciones judías y políticas para dar forma a ese continuo que Wagenstein no persigue, porque en su escritura no hay lamentación por los tiempos perdidos, sino la esperanza que puede dar, más que nada, la comprensión profunda de lo humano.
Revista Ñ – Clarín
FUENTE:

ADIÓS, SHANGHÁI de ANGEL WAGENSTEIN. -LA HUIDA SIN DESCANSO-


Libros del Asteroide publicó en 2009 la novela Adiós, Shanghai, de Ángel Wagenstein (Plovdiv, Bulgaria, 1922), en la que el autor de El Pentateuco de Isaac (Libros del Asteroide, 2008) narra uno de los episodios menos conocidos de la II Guerra Mundial. El escritor búlgaro sitúa sus personajes entre quienes buscaron refugio en Shanghái a finales de los años treinta, cuando la ciudad china era uno de los pocos lugares del mundo que mantenía sus fronteras abiertas a los judíos que escapaban del régimen nazi. Adiós, Shanghai  apareció en Bulgaria en 2004 y ese mismo año recibió el Premio Jean Monnet de Literatura Europea.

Elizabeth y Theodor Weissberg, músicos de fama mundial; Hilde Braun, una prometedora actriz que ha logrado ocultar su origen judío; el rabino Leo Levin y su esposa Ester, y el carterista Schlomo Finkelstein son algunos de los personajes que llegan a Shanghái huyendo de la persecución nazi.
Shanghái a finales de los años treinta, bajo ocupación japonesa, era una ciudad de extremos: un centro financiero internacional con más de trescientos bancos y lujosos hoteles, pero también una ciudad portuaria plagada de prostíbulos y fumaderos de  opio; una ciudad en la que los míseros barrios como el de Hongkou, que terminaría convertido en gueto judío, contrastaban con las opulentas concesiones internacionales.

Entre el relato histórico y la novela de intriga, Adiós, Shanghái es una historia de amor y muerte pero sobre todo es un sincero homenaje a todos aquellos hombres y mujeres que creyeron encontrar su salvación en Shanghái. Con esta novela, aparecida en Bulgaria en 2004 e inédita hasta 2009 en castellano, Libros del Asteroide continúa la publicación del ciclo de novelas de Ángel Wagenstein sobre el destino de los judíos de Europa en el siglo XX, que se inició con El Pentateuco de Isaac  y se cerró en 2010 con la edición en castellano de Lejos de Toledo.

EL AUTOR:
Angel Raymond Wagenstein (en búlgaro: Анжел Раймонд Вагенщайн) (Plovdiv, Bulgaria, 17 de octubre de 1922) es un guionista de cine y escritor búlgaro

Angel Wagenstein pasó su infancia en Francia, a donde su familia sefardí había emigrado por razones políticas. Volvió a Bulgaria para estudiar en el liceo, donde entró a formar parte de una organización anti-fascista clandestina.

Durante la Segunda Guerra Mundial, fue internado en un campo de trabajo, del que se evadió para unirse a los partisanos. Fue arrestado y condenado a muerte en 1944 por participar en actos de sabotaje y gracias a la invasión del Ejército Rojo Soviético se salvó de la ejecución.

Cuando finalizó la guerra comenzó sus estudios de cine en Moscú, en el Instituto Gerásimov de Cinematografía. Empezó una larga y reconocida carrera como guionista y realizador y trabajó para el Centro Cinematográfico Búlgaro y para el estudio cinematográfico DEFA.

Wagenstein es autor de unos 50 guiones para películas, documentales y dibujos. Llegó a la fama con sus documentales sobre los comunistas búlgaros, especialmente las que trataban de las guerrillas.

En 1959, la película Étoiles, de la que es guionista, recibió el Premio Especial del Jurado del Festival de Cannes.

Su carrera literaria comenzó tardíamente con la publicación de la novela El Pentateuco de Isaac (Петокнижие Исааково, 1998), con 76 años, inicio de una ambiciosa trilogía dedicada al destino de los judíos en la Europa del siglo XX que se completaría más tarde con Lejos de Toledo (Далеч от Толедо, 2002) y Adiós, Shanghai (Сбогом, Шанхай, 2004). Estas obras, reconocidas mundialmente, le han proporcionado varios premios literarios importantes.

Actualmente vive en Sofía.


REFUGIADOS EN SHANGHAI.
 LA HISTORIA DE UNA HUIDA.



En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, Shanghái fue una ciudad dividida. En 1842, cuando el entonces pequeño puerto se abrió para el comercio occidental, Gran Bretaña, los Estados Unidos, Francia, Italia y Portugal establecieron derechos extraterritoriales en las llamadas concesiones extranjeras de la ciudad: el Establecimiento Internacional, administrado por un consejo municipal de potencias extranjeras, y la Concesión Francesa, encabezada por el cónsul general francés.

Antes de la llegada de los judíos que huían de la persecución nazi y la guerra en Europa, estas concesiones fueron sede de dos importantes grupos judíos. El grupo más antiguo y más pequeño estaba formado por unos 700 judíos sefardíes, cuyos padres y abuelos habían llegado de Irak como comerciantes a mediados del siglo XIX y rápidamente ascendieron en la escala social y económica. La segunda comunidad, que era más grande, estaba formada por miles de judíos que habían huido de Rusia a China como refugiados durante la Revolución de 1917. La mayoría de ellos se ganaba la vida modestamente como propietarios de pequeños comercios.

Después de la guerra chino-japonesa de 1937, grandes sectores de Shanghái cayeron bajo control japonés, incluida la parte del Establecimiento Internacional conocida como Hongkew.
Después de la Anschluss (anexión alemana de Austria),
 los refugiados judío-austríacos desembarcan
 del vapor italiano Conte Verde.
 Shanghai, China, 14 de diciembre de 1938.
Puerto de Shanghái
Refugiados judíos de Alemania y Austria llegan al puerto de Shanghai. China, 1938-1939

Se calcula que en un principio 17.000 judíos alemanes y austriacos fueron llegando poco a poco a Shanghái cuando comenzó la persecución nazi de los judíos en 1933, y después de la violencia de la Kristallnacht de 1938, llegaron en oleadas. Estos primeros refugiados por lo general inmigraban a Shanghái como familia. Estos miles de refugiados, que fueron despojados de la mayor parte de sus bienes antes de huir del Reich, irrumpieron en Hongkew porque no podían darse el lujo de vivir en ninguna otra parte en las concesiones extranjeras.

Durante la década de 1930, la policía nazi alentó la emigración judía de Alemania, y los pasajes en barco permitían que las personas obtuvieran la libertad, aun de los campos de concentración. Al principio, Shanghái parecía un refugio poco probable, pero cuando se hizo evidente que la mayoría de los países del mundo estaban limitando o negando el ingreso a los judíos, se convirtió en la única opción disponible. Hasta agosto de 1939, no se requerían visas para entrar a Shanghái. Ernest Heppner, que había huido de Breslavia con su madre en 1939, recordó que “lo principal era salir de Alemania, y con tal de lograrlo, realmente en ese momento a la gente no le importaba adónde iba” (Ernest Heppner, Historia Oral del museo USHMM, 1999).

Llegar a Shanghái era una conmoción, especialmente para los que acaban de bajarse de un buque europeo en el que camareras uniformadas les habían servido el desayuno y ahora debían hacer una fila para recibir su almuerzo en un comedor de beneficencia. Una vez que los refugiados se establecían, encontrar trabajo era todo un desafío, y muchos tuvieron que depender de al menos un poco de ayuda caritativa.
Bund, la famosa calle portuaria de Shanghai, en los años treinta.
No obstante, la mayoría de los judíos alemanes y austriacos se las arreglaron bien. A pesar de los golpes que recibió la economía de Shanghái como consecuencia del conflicto chino-japonés, algunos de ellos se adaptaron bien, y aprovecharon las oportunidades que la ciudad les ofrecía. La familia Eisfelder, que llegó a fines de 1938, abrió y puso en marcha el Café Louis, un popular lugar de reunión para refugiados durante todos los años de la guerra. Otros establecieron pequeñas fábricas o industrias artesanales, ejercieron como médicos o maestros, o trabajaron como arquitectos o albañiles para transformar secciones del bombardeado Hongkew. En 1940, una zona que rodeaba la calle Chusan era conocida como “Pequeña Viena”, debido a sus cafeterías, fiambrerías, clubes nocturnos, tiendas y panaderías de estilo europeo.
Judíos de Alemania transportados a un campo de refugiados en Shanghai. China, 1938-1939.
Cuando los refugiados que vivían en Shanghái ascendieron repentinamente de unos 1.500 a fines de 1938 a cerca de 17.000 un año más tarde, los judíos locales se sintieron abrumados y presionados para buscar los recursos necesarios para ayudar a las familias humildes. El Comité para la Asistencia de Refugiados Judíos Europeos en Shanghái, formado en 1938 por judíos locales destacados, recurrió al Comité para la Distribución Conjunta de Nueva York para recibir fondos adicionales. La asignación de este último comité aumentó de $5.000 en 1938 a $100.000 en 1939. Incluso esto apenas alcanzó para cubrir las crecientes demandas. A fines de 1939, más de la mitad de los refugiados necesitaban ayuda financiera para los alimentos o la vivienda.
Refugiados judíos hacen cola para recibir comida suministrada por el Comité Judío Americano para la
 Distribución Conjunta (JDC) después de la guerra. Shanghai, China, 1945-1946.
El Comité para la Asistencia estableció cinco refugios grupales para una minoría de judíos alemanes y austriacos totalmente empobrecidos. Estos refugios se llamaron Heime (“hogares” en alemán). El Heim de la calle Ward que abrió en enero de 1939 se hizo rápidamente en un ex cuartel y se acondicionó con camas cuchetas estrechas y duras, debajo de las cuales los residentes guardaban las pocas pertenencias que tenían. A fines de 1939, vivían unas 2.500 personas en los Heime. Dormían en cualquier parte, entre seis y 150 en una habitación. Otras 4.500 personas comían en comedores de beneficencia establecidos en el Heime, pero vivían en otras partes, en habitaciones alquiladas. Muchos de ellos recibían ayuda para pagar en forma total o parcial los costos de sus viviendas.


TESTIMONIOS:
En la página web del “United States Holocaust  Memorial Museum” que dejo como fuente de este artículo se puede encontrar diversas informaciones y documentación así como diversos testimonios de personas que vivieron la huida a la ciudad libre de Shanghái como única via de escape al holocausto fascista.

Dejo como ejemplo el testimonio de Ernest G. Heppner, judío Alemán nacido en la ciudad de Breslau en 1921 que relata en una entrevista realizada en 1999, su llegada a Shanghái con estas palabras:

“Nos recibió un comité y entonces bajamos a tierra. No teníamos pasaportes, ni documentación, nada. Había muchos miembros de la comunidad judía buscando a familiares a los que probablemente estaban esperando. Nos subieron a camiones como los que normalmente se usan para transportar cerdos y nos llevaron a un centro de recepción que uno de los residentes locales había acondicionado, y allí nos dieron alojamiento y comida. Teníamos setenta y cinco centavos cuando llegamos, pero por lo menos sabíamos que tendríamos un techo sobre nuestras cabezas para pasar la noche y que tendríamos algo que comer.”

Se puede ver el video con la declaración del propio Ernest G. Heppner en el enlace: http://www.ushmm.org/wlc/es/media_oi.php?ModuleId=10007588&MediaId=7344

La familia de Ernest tenía una fábrica que hacía matzah, el pan ácimo que se come durante la Pascua judía. En febrero de 1939, tres meses después de la "Kristallnacht" (el pogrom de la "noche de los vidrios rotos"), Ernest y su madre huyeron a Shanghái, uno de los pocos lugares seguros para los refugiados en donde no pedían visas. Su padre y su hermana se quedaron atrás, en Alemania, y perecieron durante el Holocausto. Un hermano consiguió escapar a Inglaterra. Ernest y su madre encontraron trabajo en Shanghái. En 1947, vino a Estados Unidos con su esposa, a la que había conocido en Shanghái, donde se casaron.

Otro testimonio es el de Norbert I. Swislocki, judío Polaco nacido en la ciudad de Varsovia en 1936 que narra la angustiosa huida de su ciudad junto a su madre de esta manera:

"Uno de los días en que junto a mi madre estábamos huyendo de Varsovia, perdí el osito de peluche que me habían regalado. El tren se detuvo en algún lugar, y en la aglomeración de gente que intentaba descender, me arrebataron mi osito de peluche. Me agaché para buscarlo, y cuando me agaché, me solté de la mano de mi madre. Perdí contacto con ella. Me agaché para buscar mi osito y no lo pude hallar, y toda la gente comenzó a salir y la multitud me arrastró. Cuando salí del tren no podía encontrar a mi madre. Me pareció una eternidad, aunque sólo habían pasado unos cuantos minutos o menos. Finalmente mi madre me encontró en el andén. Perdí mi osito de peluche, pero encontré a mi madre."


Norbert tenía tres años cuando Alemania invadió Polonia en septiembre de 1939. Él y su madre estaban en Varsovia; su padre había sido reclutado para el ejército polaco y luego terminó en Vilna. Norbert y su madre partieron para encontrarse con él, y la familia volvió a juntarse después de algunos meses de separación. Después de estar en Vilna cerca de un año, el padre de Norbert pudo obtener visas para Curaçao en las Antillas Holandesas y visas de tránsito a través de Japón. Norbert y sus padres partieron de Vilna en enero de 1941 y llegaron a Kobe, Japón, en febrero. Permanecieron allí durante los siguientes ocho meses, hasta que las autoridades japonesas les ordenaron trasladarse a Shanghái, en la región de China ocupada por Japón. Norbert y sus padres pasaron el resto de la guerra en Shanghái. En junio de 1947 la familia emigró a los Estados Unidos con la ayuda de soldados judío-estadounidenses apostados en Shanghái después de la guerra.

Son muchos los ejemplos de esos hombres, mujeres y niños que se debatieron entre la salvaje lluvia de balas, que fueron torturados en campos de concentración, que fueron perseguidos o que sufrieron los más crueles castigos simplemente por ser de otra raza, condición o por pertenecer a otra religión. 

En nuestras manos está conservar esta memoria y que sirva para no permitir que se vuelvan a cometer los mismos errores.



FICHA:
Título: Adios, Shanghai 
Autor: Angel Wagenstein 
ISBN 9788492663002
Traducción de: Venceslav Nikólov 
EditorialLibros del Asteroide 
Páginas 424
Formato 12,5 x 20 cm.
Precio 20,95€




FUENTES :
http://www.ushmm.org

DE PUÑO Y LETRA - "MALDITOS BASTARDOS" de ENRIQUE LUNA


MALDITOS BASTARDOS

Fue adoptado, y brilló de nuevo la luz del alba en aquella pequeña vida.
Poco a poco, iba olvidando la muerte de sus padres, los malos momentos en aquel triste orfanato, incluso fue borrando de su mente a aquel hombre que le ayudó y protegió durante la última parte de su encierro.
Todo cambió ante una familia de verdad. Papá, Mamá y sus dos nuevos hermanitos. Quizás todo el camino recorrido no había sido más que un error subsanable por la mano del destino.

Qué equivocado estaba.
Empezó a comprobar que el amor se transforma en miedo cuando Papá se quedaba a solas con él.
Primero fueron los golpes sin motivo. El pequeño intentaba agradarle de cualquier forma. Intentaba entenderlo. Intentaba no repetir aquello por lo que recibía dolor. Nada funcionó, y los golpes se fueron transformando en copiosas palizas que, envueltas en el manto de silencio que rodeaba al niño, fueron disfrazadas de accidentes y torpezas.
Tanto dolor sentía que, lentamente, fue distanciándose de los demás miembros de aquella familia. Solamente Papá se acercaba a él, y únicamente el pánico era su compañero.

Una mañana de domingo, después de haberse marchado Mamá y los chicos a la iglesia, Papá fue a la habitación del pequeño. El niño gemía levemente, recordando los latigazos del día anterior y anticipando lo que sucedería.
A patadas fue empujado por el camino que llevaba a la granja de los vecinos, y al llegar a la mitad del camino, justo donde el riachuelo giraba en dirección a la salida del sol, aquel hombre, ejemplo de cordialidad entre sus conciudadanos, amante marido, dulce padre de dos preciosas criaturas y solidario adoptante de un niño con problemas,
introdujo su mano en uno de sus anchos bolsillos del pantalón de trabajo y extrajo un saco. Con sus fuertes manos desnudas, agarró al niño y lo metió en el saco, después arrancó una rama de la higuera y descargó todas sus frustraciones contra el bulto forrado de arpillera que una vez quiso ser parte de su familia.
Una vez que el saco no se movió más, que no gimió, que no respiró, levantó una piedra grande del camino, y golpeó allí donde debía estar la cabeza del pequeño, convirtiendo su rostro en un amasijo de sesos, sangre y lágrimas. Con su navaja bien afilada, rebanó, uno a uno, los deditos del desgraciado chiquillo, guardando los sangrientos trofeos, que luego daría de comer a sus cerdos, en uno de sus bolsillos. Finalizada su faena, buscó en un hueco del árbol una soga que había escondido unos días atrás.
Abrió el saco, puso la soga alrededor del cuello del niño, cerro el saco, y colgó el despojo de una rama baja, con la intención de que las alimañas acabarían con lo que una vez respiró, soñó y amó, y ahora no era más que un guiñapo.
Después, marchó por el camino, tranquilo, rumbo a la iglesia a recoger a Mamá y los chicos.


Una semana y media después, una mujer que paseaba por el río con sus tres hijos, se detuvo bajo aquella higuera a merendar y disfrutar de la puesta de sol.
Allí encontró el final de la historia.


Este relato es ficción, pero no se ha acabado. Os pido que cerréis los ojos, que lo repaséis en vuestra mente, y que cuando hayáis acabado…


…cambiéis la palabra NIÑO, por la palabra PERRO.
Ese relato, no es ficción.


                                                                                     Enrique Luna
                                                                                       -EL CASTOR-

martes, 22 de mayo de 2012

LA VUELTA A EUROPA EN AVIÓN. UN PEQUEÑO BURGUÉS EN LA RUSIA ROJA de MANUEL CHAVES NOGALES


En agosto de 1928, Manuel Chaves se embarca en un viaje en avión por Europa con la finalidad de escribir una serie de reportajes para el periódico del que es redactor jefe, Heraldo de Madrid. De Madrid a Bakú, pasando por Berlín y Leningrado: del Mediterráneo al Caspio.

Chaves fue pionero en utilizar los adelantos técnicos de la época, como el avión, para ofrecer a sus lectores testimonios de primera mano sobre la situación política y social de algunos de los principales países europeos.
En 1929, Chaves ampliaría el material publicado en Heraldo, restauraría las partes que habían sido censuradas y lo publicaría en forma de libro con el título de "La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja". El subtítulo estaba plenamente justificado: más de la mitad del volumen está dedicado a su periplo ruso, que había aprovechado para familiarizarse con las condiciones de vida del pueblo ruso bajo el régimen bolchevique y para entrevistarse con personajes como Ramón Casanellas, el asesino de Eduardo Dato.

Las páginas de este libro tienen ya la brillantez de quien se convertiría en el más destacado periodista español del siglo XX.

El interés por la obra del periodista y escritor Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897-Londres, 1944) se acrecienta con el tiempo. De hecho, tras pasar por un purgatorio de décadas de olvido, la obra del autor sevillano atrae a muchos lectores deseosos de conocer de primera mano los tiempos convulsos que le tocaron vivir. Porque Chaves Nogales trazó un retrato tan fiel como trágico de unos años de guerras y revoluciones. Su mirada honesta y documentada, así como su estilo preciso y ágil, refuerzan el atractivo de sus obras.

Precisamente, la Feria del Libro de Sevilla, que concluirá el próximo 20 de mayo, está dedicada este año a Chaves Nogales. El Centro Andaluz de las Letras, dependiente de la Consejería de Cultura, promueve, junto a la Diputación Provincial de Sevilla y la Fundación José Manuel Lara, un ciclo en torno a la figura y obra del escritor. Bajo el título “Manuel Chaves Nogales. Del olvido al mito”.

"Lo que me interesa de Chaves Nogales es que es un periodista que consigue salvarse del clima extremista. No está en las filas radicales de la izquierda ni de la derecha. Consigue una ecuanimidad, una distancia crítica y una mirada lúcida sobre lo que está pasando", señala el periodista José Andrés Rojo en referencia al libro La defensa de Madrid (Espuela de Plata). "Chaves Nogales cuenta los horrores de la guerra y cómo la guerra no respeta a nadie. Padece el general Miaja por su familia; padece la gente de la calle, a la que le caen bombazos; padecen los que no tienen que comer. Eso lo cuenta muy bien. Chaves Nogales mira a la gente más allá de las ideologías y las grandes causas", concluye Rojo.

Por su parte, Alfredo Valenzuela cree que "Chaves Nogales responde al principio de que el talento es inocultable, que puede estar 60 años oculto, pero que al final siempre hay un lector avisado que enciende la alarma y dice: este escritor tiene interés". Valenzuela termina con unas palabras del escritor Andrés Trapiello: "Chaves Nogales es el periodista español más importante desde Larra".

España es un país que ha dado excelentes periodistas desde los tiempos de Mariano José de Larra, prácticamente desde la fundación del oficio. La razón es sencilla: cuando no existen universidades suficientes, cuando la literatura y el ensayo, a excepción del teatro, única actividad que daba réditos, ni siquiera se constituían como una industria raquítica, era el periodismo una de las pocas salidas, la otra era el funcionariado, en la que alguien con ínfulas de escritor podía ejercer su supuesta pasión. El periodismo tenía, además, la ventaja de estar cerca de los círculos del poder y siempre cabía la posibilidad de conseguir alguna prebenda. No de otra manera se entienden nombres como los de Corpus Barga, ya citado, o de Josep María de Sagarra, que hizo unas crónicas del naciente fascismo muy buenas, o el de César González Ruano, extraño deudor de un Baudelaire y un Oscar Wilde profundamente cínico inventados por él, gentes que nada tienen que perder si las colocamos junto a Hemingway, Dos Passos, Ilya Ehrenburg, Vassily Grossmann o Saint Exúpery. Desde luego, por los reportajes de aventuras, no cabe dudar que Chaves Nogales alcanzó la categoría otorgada a Albert Londres.

Este libro recién publicado es una crónica accidentada del viaje que Chaves Nogales realizó en 1928 para Heraldo de Madrid, del que era redactor jefe, a Bakú pasando por ciudades como el Berlín de Weimar y Leningrado y su experiencia con el estalinismo: la mitad del libro está dedicado a Rusia. No era para menos. El país estaba de moda, no en vano era la patria del socialismo, del hombre nuevo, y no había escritor, intelectual o periodista que, de una u otra manera, no nos contara su viaje a la URSS. Era una cita obligada, uno de los grandes tópicos de la época. Chaves lo hizo, entre otras cosas entrevistó a Ramón Casanellas, el que mató a Eduardo Dato, y aquello que contó, y que también describió en “El maestro Juan Martínez que estaba allí”, en “La bolchevique enamorada” y en “Lo que ha quedado del Imperio de los Zares”, tiene su importancia porque prefigura la que es su obra más terrible, en lo que nos concierne, “A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España”, uno de los alegatos más hermosos, lúcidos y terribles que se han escrito sobre la estupidez, la brutalidad y la sinrazón de nuestra guerra.

Chaves Nogales viajó a la URSS, también a la Alemania nazi, entrevistó allí a Joseph Goebbels, donde se percató de los trabajos forzados en el naciente Reich, y de esa experiencia, y temor, de los totalitarismos nació la rabia de esas páginas, donde Chaves, prefigurando a Erich Fromm, vio el miedo a la libertad subyacente en esos movimientos y lo que podía derivarse de ese atávico miedo. El que fuera su país el campo de experimentación de los totalitarismos le dejó tocado pero su reacción, al contrario de su amigo político Manuel Azaña, que se derrumbó, ahí está La velada de Benicarló, esa experiencia le amplió su concepción ética del mundo y luchó en París como sabía hacerlo, en publicaciones como Candide o L`Europe Nouvelle, hasta que la invasión alemana, la GESTAPO le buscaba como pieza a cazar, le obligó a exilarse a Londres, donde colaboró en el Evening Standard y en la BBC. Por allí andaba también Arturo Barea.

El libro no alcanza la maestría de “ Juan Belmonte… “ biografía ejemplar en lo que tiene de pura literatura, ni el dramatismo de “ A sangre y fuego”, pero en los reportajes que contiene va uno percatándose del valor de una personalidad única, del modo tan inusual que tiene con enfrentarse al tópico, una de las muertes del periodismo y, desde luego, la principal en la literatura, y sacar de allí una distinta manera de mirar. Manuel Chaves dijo de él mismo que había sido un lujo excesivo, como español, con aquellos que habían sido los asesinos de su país.

Manuel Chaves, el antisectario… Este libro es una lección, como todos los suyos, de ese principio rector.


  • La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja
  • Manuel Chaves Nogales 
  • ISBN  9788492663613
  • Última edición  mayo 2012
  • Páginas  288
  • Idioma  Castellano
  • Formato  20x12,5
  • Precio  18.95 €








Fuentes:

martes, 15 de mayo de 2012

ENTRE BESTIAS Y HÉROES. LOS ESPAÑOLES QUE PLANTARON CARA AL HOLOCAUSTO de JOSÉ MANUEL DIEGO CARCEDO




Diplomáticos que se jugaron su carrera, su prestigio y todos sus bienes, guardias civiles y hasta religiosos que desoyeron las doctrinas oficiales del franquismo y de la Iglesia católica, taxistas que sobornaban a policías en la frontera y muchísimos ciudadanos anónimos que pusieron en riesgo sus vidas y las de sus familias para ayudar a los judíos errantes, perseguidos por la brutalidad nazi.



A todos ellos ha dedicado Diego Carcedo su libro “Entre bestias y héroes. Los españoles que plantaron cara al holocausto” por el que ha sido galardonado con el premio Espasa de Ensayo en su XXVIII edición, tanto me han impresionado las historias casi perdidas de estos auténticos héroes olvidados que, aprovechando que tiene tanto en común con la novela de Wagenstein que estamos leyendo, no quería perder la oportunidad de recomendarlo.




Periodista e historiador, José Manuel Diego Carcedo empezó a trabajar para Televisión española en 1974 donde participó en el mítico programa “Los Reporteros”. Fue corresponsal en Lisboa, desde donde fue testigo directo de “La revolución de los claveles” y Nueva York para la misma emisora, además de enviado especial en varios contextos de guerra como Vietnam. Desde 2006 preside la Asociación de periodistas europeos. A lo largo de su carrera ha publicado “Neruda y el barco de la esperanza”, “El Schindler de la guerra civil”,” Sáez de Santamaría, el general que cambió de bando”,” 23 F, los cabos sueltos”,”Un español frente al holocausto” y “Fusiles y claveles”, entre otros libros.

Diego Carcedo nos relata en este libro la historia de algunos españoles que enfocaron su vocación altruista y humanitaria en la ayuda a los judíos, principales víctimas del plan de exterminio nazi de mediados del pasado siglo. Protagonizan estas páginas funcionarios más o menos afectos al Régimen, que desempeñaban su tarea en diversos países de Europa, pero también profesionales y ciudadanos anónimos. A partir de una “interpretación muy flexible” de las consignas gubernamentales, y beneficiándose de las privilegiadas relaciones entre la Alemania nazi y el gobierno del dictador Franco, algunos de estos representantes de la administración franquista, actuando de espaldas al Régimen,  lograron que muchos judíos fueran considerados súbditos españoles en virtud de su condición (supuesta o real) de sefardíes aludiendo a "un antiguo decreto que había aprobado Primo de Rivera, concediéndoles pasaporte español a los descendientes de los judíos expulsados de España en 1492", comenta Carcedo.





Francisco Ponzán Vidal
En palabras del autor  «Sin duda actuaban al margen del régimen franquista, afín al nazismo. El Franquismo no hizo casi nada y podía haber hecho mucho para salvar vidas. Luego intentó capitalizar lo que hicieron algunos de sus diplomáticos muchas veces por su cuenta. Incluso lo que hicieron algunos diplomáticos fue castigado cuando se supo en el Ministerio de Exteriores, particularmente en los tiempos de Ramón Serrano Súñer, un declarado antisemita, como ministro. Los particulares que ayudaron a judíos lo hicieron a escondidas y sabiendo lo que se jugaban. Alguno tuvo que huir de España. Y entre los que lo hicieron desde fuera, desde el exilio, alguno acabó pagando con su vida. Fue el caso del anarquista asturiano, de Oviedo, Francisco Ponzán Vidal el cual desde su exilio en Francia montó una red clandestina para ayudar a los judíos a pasar a través de los Pirineos a España. Cuando fue descubierto fue detenido, fusilado por los nazis y sus restos quemados en el incendio intencionado del bosque donde se llevó a cambio la ejecución. Ponzán había nacido en Asturias pero estudió Magisterio en Huesca, donde había ejercido de maestro. En Aragón le rindieron homenajes. Le consideran un héroe. En Asturias sin embargo, hasta donde yo sé, se ignora su existencia.».
El propio Carcedo comenta cómo en España «aunque parecía neutral», los sectores oficiales del Estado y la Iglesias apoyaban a los nazis «porque debían a Hitler los favores que hizo a Franco para poder ganar la Guerra Civil».

Ángel Sanz-Briz
Por este motivo, para los judíos cruzar la frontera española «era peligrosísimo y solamente la ayuda de diplomáticos como Propper de Castejón en Francia o la valiente actuación de Ángel Sanz-Briz en Budapest y muchísimos ciudadanos anónimos les salvó de una muerte segura».

 hermanas Touza
Entre los valerosos, Carcedo recuerda con especial cariño la actuación de las tres hermanas Touza, cantineras de la estación de Ribadavia (Orense), que ayudaron a decenas de refugiados a pasar a Portugal a través de la frontera del Miño. « Los pastores, aunque cobraban, ayudaron a los judíos a cruzar los Pirineos y hasta un guardia civil tuvo compasión y se apiadó de una familia judía».

Sobre la cuestión del número de vidas salvadas por estos “Héroes anónimos” el autor respondía , «No hay manera de precisar el número. Utilizando cifras de algunos investigadores, que yo no me atrevo ni a rechazar ni a aceptar, entre 30.000 y 60.000. Pero podrían haber sido muchas más si el Régimen no se hubiese mostrado tan proclive y tan amigo de Hitler. Claro que Franco tenía muchas razones para estarle agradecido».


Como conclusión me gustaría detenerme en el periplo de un personaje que me ha llamado poderosamente la atención, leyendo sobre la actuación particularmente heroica de Aristides de Souza Mendes, Cónsul de Portugal en Burdeos y único personaje no español que aborda el ensayo aunque colaborase con españoles, y que consiguió salvar mas de 30.000 refugiados, casi la mitad judíos, firmando visados gratuitamente para que pudieran escapar de Francia tras la invasión de la Alemania Nazi.
                 Aristides de Souza Mendes


Aristides de Souza Mendes (Cabanas de Viriato, 19-VII-1885 / Lisboa, 3-IV-1954).

Nace en el seno de una familia católica, conservadora, monárquica y aristocrática. Su padre era juez en el Tribunal Supremo de Portugal, pero Sousa se decantará por la carrera diplomática. Se licencia en Derecho por la Universidad de Coimbra en 1907, junto con su hermano gemelo César, que también estudió Derecho y llegó a ser Ministro Plenipotenciario de 2ª clase bajo el régimen de Salazar. En 1908 se casa con su prima Angelina, con quien tendrá 14 hijos nacidos en los diferentes países a los que le lleva su carrera diplomática.

En 1940 Mendes era Cónsul general de Portugal en Burdeos; llevaba 30 años dedicado a su carrera, su esposa Angelina y sus 14 hijos. Ver a tantos refugiados le inquietaba pues el sabía cosas que ellos ignoraban. El Presidente de Portugal, Salazar, a través de la Circular 14 había dejado claro a todos los diplomáticos que bajo ninguna circunstancia podrían expedirse visados contra los enemigos de Alemania:  “a extranjeros de nacionalidad indefinida, contestada o en litigio; los apátridas; los judíos expulsados de su país de origen o del país del cual sean ciudadanos”.

Hasta el 10 de mayo había sido posible obtener visados, pero tras la invasión de Holanda y Bélgica por Alemania, el gobierno de Portugal prohibió el paso por el país para refugiados, en particular los judíos. La orden del Presidente Oliveira Salazar era determinante: “No deben emitirse visados a hebreos ni a otras personas indeseables”.

En esos días Sousa conoce a Jaqcob Kruger, un rabino polaco al que ofrece un visado quien lo rechaza si no se ofrece también a todas las familias judías. Sousa no podía descansar pues era un buen católico y una gran persona que sentía que no podía dar la espalda a los refugiados. Así decide dar visado a todo aquel que lo pidiera y sin coste alguno; al personal de la embajada les dijo:

“Mi gobierno rechazó todas las solicitudes de visados, pero no puedo dejar que toda esta gente muera. Nuestra constitución dice que la religión o la nacionalidad del hombre no pueden ser usadas en su contra. Decidí actuar según este principio. Voy a conceder visado a todo aquel que lo solicite, e incluso si me despiden por ello, no puedo actuar sino como católico y según lo que me dicte la conciencia, si hay que desobedecer, prefiero que sea a una orden de los hombres que a una orden de Dios.”.

Expidió más de 30000 visados en tres días, del 17 al 19 de junio de 1940 no pudo dormir y las manos le sangraban por firmar los documentos sin descanso. El resultado fue  12000 visados a los judíos y el resto a otras gentes.

A pesar de que Salazar tomó medidas contra el cónsul rebelde, Sousa continuó su actividad en Bayona entre los días 20 y 23 de junio de 1940 en presencia del vice-cónsul y de dos funcionarios de Salazar que nada pudieron hacer para parar la concesión de visados. El 23 de junio Salazar le cesará de su cargo de cónsul pero Aristides, lejos de cejar en su empeño, continuó emitiendo visados a todos los que se encontraba de camino a Hendaya. Durante todo ese proceso recibió la colaboración del diplomático español Eduardo Propper de Callejón, también reconocido tras su muerte como “Justo entre las Naciones”, que proporcionó los visados para el paso por España.

Salazar envió varios funcionarios a recoger a Aristides. Sin embargo, Sousa Mendes logra cruzar la frontera francesa junto con otros refugiados y llegar a España. Debido a los deficientes medios existentes para la comunicación los guardias de la aduana española no habían sido avisados por Madrid para cerrar la frontera y no tuvieron más remedio que dejar pasar a todos los refugiados que acompañaban al antiguo cónsul para continuar en dirección a Portugal.

A su regreso a Lisboa, le despidieron; ni siquiera se le permitió ejercer como abogado. Hasta se le requisó el carnet de conducir. Le dejaron sin medios para que tanto su familia como el mismo pudieran sobrevivir. Tanto sus amigos como los dirigentes eclesiásticos le dieron la espalda; sobrevivió gracias a la comunidad judía de Lisboa.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, Salazar se felicita por haber ayudado a muchos refugiados. En ningún momento  Sousa volvió a formar parte del cuerpo diplomático.

Sin el reconocimiento público de su labor, Sousa Mendes pasó sus últimos años de vida sumido en la miseria después de vender sus pertenencias a la muerte de su esposa en 1948. Murió olvidado el 3 de abril de 1954 en el hospital de los franciscanos en Lisboa. Fue enterrado con una túnica franciscana.


El 18 de octubre de 1966 el Yad Vashem reconoció a Sousa Mendes como Justo de las Naciones.

Que gran lección para todos los altos estamentos de la iglesia que mientras tanto se dedicaban a ofrecer sermones y homilías para atacar a los judíos de forma despiadada e injusta, por no hablar de la indecente actuación del Vaticano durante el papado de Pio XII.

Nos quedan, por suerte, los actos de estos héroes anónimos, que en contra de la doctrina impuesta, civil o religiosa, se jugaron la vida para ayudar a sus semejantes a escapar de un horror que asoló el mundo durante los años de la II Guerra Mundial.

TÍTULO:  ENTRE BESTIAS Y HÉROES. LOS ESPAÑOLES QUE PLANTARON CARA AL HOLOCAUSTO.

AUTOR:  JOSÉ MANUEL DIEGO CARCEDO.

Fecha de publicación: 25/10/2011

230 páginas

Idioma: Español

ISBN: 978-84-670-3564-3

Formato: 15 x 23 cm.

Presentación: Rústica con solapas

Colección: ESPASA FORUM







A continuación una entrevista con el autor en el programa vespertino dirigido y presentado por Julia Otero "Julia en la Onda", dejo los enlaces directos debajo por si los reproductores diesen problemas:


http://www.ivoox.com/diego-carcedo-presenta-entre-bestias-heroes-ultimo-audios-mp3_rf_871599_1.html

En el siguiente audio puedes escuchar la interesante entrevista con el autor en el programa radiofónico de Onda Cero,  La Rosa de los Vientos,  con motivo de la edición del libro. Especialmente emotiva cuando Diego Carcedo narra de su propia voz los casos que mas le han conmovido :


http://www.ivoox.com/diego-carcedo-su-obra-bestias-heroes-audios-mp3_rf_877536_1.html

Y si queréis además ver al autor charlando sobre lo que le motivó a escribir sobre estos estremecedores acontecimientos, podéis hacerlo en el siguiente enlace del programa "Shalom" de RTVE:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/shalom/shalom-bestias-heroes-holocausto/1358342/

Fuentes:

http://es.wikipedia.org/wiki/Aristides_de_Sousa_Mendes
http://www.ivoox.com
http://www.planetadelibros.com/entre-bestias-y-heroes-libro-53375.html