miércoles, 23 de mayo de 2012

ADIÓS, SHANGHÁI de ANGEL WAGENSTEIN. -LA HUIDA SIN DESCANSO-


Libros del Asteroide publicó en 2009 la novela Adiós, Shanghai, de Ángel Wagenstein (Plovdiv, Bulgaria, 1922), en la que el autor de El Pentateuco de Isaac (Libros del Asteroide, 2008) narra uno de los episodios menos conocidos de la II Guerra Mundial. El escritor búlgaro sitúa sus personajes entre quienes buscaron refugio en Shanghái a finales de los años treinta, cuando la ciudad china era uno de los pocos lugares del mundo que mantenía sus fronteras abiertas a los judíos que escapaban del régimen nazi. Adiós, Shanghai  apareció en Bulgaria en 2004 y ese mismo año recibió el Premio Jean Monnet de Literatura Europea.

Elizabeth y Theodor Weissberg, músicos de fama mundial; Hilde Braun, una prometedora actriz que ha logrado ocultar su origen judío; el rabino Leo Levin y su esposa Ester, y el carterista Schlomo Finkelstein son algunos de los personajes que llegan a Shanghái huyendo de la persecución nazi.
Shanghái a finales de los años treinta, bajo ocupación japonesa, era una ciudad de extremos: un centro financiero internacional con más de trescientos bancos y lujosos hoteles, pero también una ciudad portuaria plagada de prostíbulos y fumaderos de  opio; una ciudad en la que los míseros barrios como el de Hongkou, que terminaría convertido en gueto judío, contrastaban con las opulentas concesiones internacionales.

Entre el relato histórico y la novela de intriga, Adiós, Shanghái es una historia de amor y muerte pero sobre todo es un sincero homenaje a todos aquellos hombres y mujeres que creyeron encontrar su salvación en Shanghái. Con esta novela, aparecida en Bulgaria en 2004 e inédita hasta 2009 en castellano, Libros del Asteroide continúa la publicación del ciclo de novelas de Ángel Wagenstein sobre el destino de los judíos de Europa en el siglo XX, que se inició con El Pentateuco de Isaac  y se cerró en 2010 con la edición en castellano de Lejos de Toledo.

EL AUTOR:
Angel Raymond Wagenstein (en búlgaro: Анжел Раймонд Вагенщайн) (Plovdiv, Bulgaria, 17 de octubre de 1922) es un guionista de cine y escritor búlgaro

Angel Wagenstein pasó su infancia en Francia, a donde su familia sefardí había emigrado por razones políticas. Volvió a Bulgaria para estudiar en el liceo, donde entró a formar parte de una organización anti-fascista clandestina.

Durante la Segunda Guerra Mundial, fue internado en un campo de trabajo, del que se evadió para unirse a los partisanos. Fue arrestado y condenado a muerte en 1944 por participar en actos de sabotaje y gracias a la invasión del Ejército Rojo Soviético se salvó de la ejecución.

Cuando finalizó la guerra comenzó sus estudios de cine en Moscú, en el Instituto Gerásimov de Cinematografía. Empezó una larga y reconocida carrera como guionista y realizador y trabajó para el Centro Cinematográfico Búlgaro y para el estudio cinematográfico DEFA.

Wagenstein es autor de unos 50 guiones para películas, documentales y dibujos. Llegó a la fama con sus documentales sobre los comunistas búlgaros, especialmente las que trataban de las guerrillas.

En 1959, la película Étoiles, de la que es guionista, recibió el Premio Especial del Jurado del Festival de Cannes.

Su carrera literaria comenzó tardíamente con la publicación de la novela El Pentateuco de Isaac (Петокнижие Исааково, 1998), con 76 años, inicio de una ambiciosa trilogía dedicada al destino de los judíos en la Europa del siglo XX que se completaría más tarde con Lejos de Toledo (Далеч от Толедо, 2002) y Adiós, Shanghai (Сбогом, Шанхай, 2004). Estas obras, reconocidas mundialmente, le han proporcionado varios premios literarios importantes.

Actualmente vive en Sofía.


REFUGIADOS EN SHANGHAI.
 LA HISTORIA DE UNA HUIDA.



En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, Shanghái fue una ciudad dividida. En 1842, cuando el entonces pequeño puerto se abrió para el comercio occidental, Gran Bretaña, los Estados Unidos, Francia, Italia y Portugal establecieron derechos extraterritoriales en las llamadas concesiones extranjeras de la ciudad: el Establecimiento Internacional, administrado por un consejo municipal de potencias extranjeras, y la Concesión Francesa, encabezada por el cónsul general francés.

Antes de la llegada de los judíos que huían de la persecución nazi y la guerra en Europa, estas concesiones fueron sede de dos importantes grupos judíos. El grupo más antiguo y más pequeño estaba formado por unos 700 judíos sefardíes, cuyos padres y abuelos habían llegado de Irak como comerciantes a mediados del siglo XIX y rápidamente ascendieron en la escala social y económica. La segunda comunidad, que era más grande, estaba formada por miles de judíos que habían huido de Rusia a China como refugiados durante la Revolución de 1917. La mayoría de ellos se ganaba la vida modestamente como propietarios de pequeños comercios.

Después de la guerra chino-japonesa de 1937, grandes sectores de Shanghái cayeron bajo control japonés, incluida la parte del Establecimiento Internacional conocida como Hongkew.
Después de la Anschluss (anexión alemana de Austria),
 los refugiados judío-austríacos desembarcan
 del vapor italiano Conte Verde.
 Shanghai, China, 14 de diciembre de 1938.
Puerto de Shanghái
Refugiados judíos de Alemania y Austria llegan al puerto de Shanghai. China, 1938-1939

Se calcula que en un principio 17.000 judíos alemanes y austriacos fueron llegando poco a poco a Shanghái cuando comenzó la persecución nazi de los judíos en 1933, y después de la violencia de la Kristallnacht de 1938, llegaron en oleadas. Estos primeros refugiados por lo general inmigraban a Shanghái como familia. Estos miles de refugiados, que fueron despojados de la mayor parte de sus bienes antes de huir del Reich, irrumpieron en Hongkew porque no podían darse el lujo de vivir en ninguna otra parte en las concesiones extranjeras.

Durante la década de 1930, la policía nazi alentó la emigración judía de Alemania, y los pasajes en barco permitían que las personas obtuvieran la libertad, aun de los campos de concentración. Al principio, Shanghái parecía un refugio poco probable, pero cuando se hizo evidente que la mayoría de los países del mundo estaban limitando o negando el ingreso a los judíos, se convirtió en la única opción disponible. Hasta agosto de 1939, no se requerían visas para entrar a Shanghái. Ernest Heppner, que había huido de Breslavia con su madre en 1939, recordó que “lo principal era salir de Alemania, y con tal de lograrlo, realmente en ese momento a la gente no le importaba adónde iba” (Ernest Heppner, Historia Oral del museo USHMM, 1999).

Llegar a Shanghái era una conmoción, especialmente para los que acaban de bajarse de un buque europeo en el que camareras uniformadas les habían servido el desayuno y ahora debían hacer una fila para recibir su almuerzo en un comedor de beneficencia. Una vez que los refugiados se establecían, encontrar trabajo era todo un desafío, y muchos tuvieron que depender de al menos un poco de ayuda caritativa.
Bund, la famosa calle portuaria de Shanghai, en los años treinta.
No obstante, la mayoría de los judíos alemanes y austriacos se las arreglaron bien. A pesar de los golpes que recibió la economía de Shanghái como consecuencia del conflicto chino-japonés, algunos de ellos se adaptaron bien, y aprovecharon las oportunidades que la ciudad les ofrecía. La familia Eisfelder, que llegó a fines de 1938, abrió y puso en marcha el Café Louis, un popular lugar de reunión para refugiados durante todos los años de la guerra. Otros establecieron pequeñas fábricas o industrias artesanales, ejercieron como médicos o maestros, o trabajaron como arquitectos o albañiles para transformar secciones del bombardeado Hongkew. En 1940, una zona que rodeaba la calle Chusan era conocida como “Pequeña Viena”, debido a sus cafeterías, fiambrerías, clubes nocturnos, tiendas y panaderías de estilo europeo.
Judíos de Alemania transportados a un campo de refugiados en Shanghai. China, 1938-1939.
Cuando los refugiados que vivían en Shanghái ascendieron repentinamente de unos 1.500 a fines de 1938 a cerca de 17.000 un año más tarde, los judíos locales se sintieron abrumados y presionados para buscar los recursos necesarios para ayudar a las familias humildes. El Comité para la Asistencia de Refugiados Judíos Europeos en Shanghái, formado en 1938 por judíos locales destacados, recurrió al Comité para la Distribución Conjunta de Nueva York para recibir fondos adicionales. La asignación de este último comité aumentó de $5.000 en 1938 a $100.000 en 1939. Incluso esto apenas alcanzó para cubrir las crecientes demandas. A fines de 1939, más de la mitad de los refugiados necesitaban ayuda financiera para los alimentos o la vivienda.
Refugiados judíos hacen cola para recibir comida suministrada por el Comité Judío Americano para la
 Distribución Conjunta (JDC) después de la guerra. Shanghai, China, 1945-1946.
El Comité para la Asistencia estableció cinco refugios grupales para una minoría de judíos alemanes y austriacos totalmente empobrecidos. Estos refugios se llamaron Heime (“hogares” en alemán). El Heim de la calle Ward que abrió en enero de 1939 se hizo rápidamente en un ex cuartel y se acondicionó con camas cuchetas estrechas y duras, debajo de las cuales los residentes guardaban las pocas pertenencias que tenían. A fines de 1939, vivían unas 2.500 personas en los Heime. Dormían en cualquier parte, entre seis y 150 en una habitación. Otras 4.500 personas comían en comedores de beneficencia establecidos en el Heime, pero vivían en otras partes, en habitaciones alquiladas. Muchos de ellos recibían ayuda para pagar en forma total o parcial los costos de sus viviendas.


TESTIMONIOS:
En la página web del “United States Holocaust  Memorial Museum” que dejo como fuente de este artículo se puede encontrar diversas informaciones y documentación así como diversos testimonios de personas que vivieron la huida a la ciudad libre de Shanghái como única via de escape al holocausto fascista.

Dejo como ejemplo el testimonio de Ernest G. Heppner, judío Alemán nacido en la ciudad de Breslau en 1921 que relata en una entrevista realizada en 1999, su llegada a Shanghái con estas palabras:

“Nos recibió un comité y entonces bajamos a tierra. No teníamos pasaportes, ni documentación, nada. Había muchos miembros de la comunidad judía buscando a familiares a los que probablemente estaban esperando. Nos subieron a camiones como los que normalmente se usan para transportar cerdos y nos llevaron a un centro de recepción que uno de los residentes locales había acondicionado, y allí nos dieron alojamiento y comida. Teníamos setenta y cinco centavos cuando llegamos, pero por lo menos sabíamos que tendríamos un techo sobre nuestras cabezas para pasar la noche y que tendríamos algo que comer.”

Se puede ver el video con la declaración del propio Ernest G. Heppner en el enlace: http://www.ushmm.org/wlc/es/media_oi.php?ModuleId=10007588&MediaId=7344

La familia de Ernest tenía una fábrica que hacía matzah, el pan ácimo que se come durante la Pascua judía. En febrero de 1939, tres meses después de la "Kristallnacht" (el pogrom de la "noche de los vidrios rotos"), Ernest y su madre huyeron a Shanghái, uno de los pocos lugares seguros para los refugiados en donde no pedían visas. Su padre y su hermana se quedaron atrás, en Alemania, y perecieron durante el Holocausto. Un hermano consiguió escapar a Inglaterra. Ernest y su madre encontraron trabajo en Shanghái. En 1947, vino a Estados Unidos con su esposa, a la que había conocido en Shanghái, donde se casaron.

Otro testimonio es el de Norbert I. Swislocki, judío Polaco nacido en la ciudad de Varsovia en 1936 que narra la angustiosa huida de su ciudad junto a su madre de esta manera:

"Uno de los días en que junto a mi madre estábamos huyendo de Varsovia, perdí el osito de peluche que me habían regalado. El tren se detuvo en algún lugar, y en la aglomeración de gente que intentaba descender, me arrebataron mi osito de peluche. Me agaché para buscarlo, y cuando me agaché, me solté de la mano de mi madre. Perdí contacto con ella. Me agaché para buscar mi osito y no lo pude hallar, y toda la gente comenzó a salir y la multitud me arrastró. Cuando salí del tren no podía encontrar a mi madre. Me pareció una eternidad, aunque sólo habían pasado unos cuantos minutos o menos. Finalmente mi madre me encontró en el andén. Perdí mi osito de peluche, pero encontré a mi madre."


Norbert tenía tres años cuando Alemania invadió Polonia en septiembre de 1939. Él y su madre estaban en Varsovia; su padre había sido reclutado para el ejército polaco y luego terminó en Vilna. Norbert y su madre partieron para encontrarse con él, y la familia volvió a juntarse después de algunos meses de separación. Después de estar en Vilna cerca de un año, el padre de Norbert pudo obtener visas para Curaçao en las Antillas Holandesas y visas de tránsito a través de Japón. Norbert y sus padres partieron de Vilna en enero de 1941 y llegaron a Kobe, Japón, en febrero. Permanecieron allí durante los siguientes ocho meses, hasta que las autoridades japonesas les ordenaron trasladarse a Shanghái, en la región de China ocupada por Japón. Norbert y sus padres pasaron el resto de la guerra en Shanghái. En junio de 1947 la familia emigró a los Estados Unidos con la ayuda de soldados judío-estadounidenses apostados en Shanghái después de la guerra.

Son muchos los ejemplos de esos hombres, mujeres y niños que se debatieron entre la salvaje lluvia de balas, que fueron torturados en campos de concentración, que fueron perseguidos o que sufrieron los más crueles castigos simplemente por ser de otra raza, condición o por pertenecer a otra religión. 

En nuestras manos está conservar esta memoria y que sirva para no permitir que se vuelvan a cometer los mismos errores.



FICHA:
Título: Adios, Shanghai 
Autor: Angel Wagenstein 
ISBN 9788492663002
Traducción de: Venceslav Nikólov 
EditorialLibros del Asteroide 
Páginas 424
Formato 12,5 x 20 cm.
Precio 20,95€




FUENTES :
http://www.ushmm.org

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